Alandalus

Alandalus en España

Aquí se ofrecen, respecto al derecho español, referencias cruzadas, comentarios y análisis sobre Alandalus. [aioseo_breadcrumbs]

Alandalus en Relación a Historia

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] 1. Origen del nombre. Los autores árabes designan la España musulmana con el nombre de alAndalus, mientras que las fuentes cristianas emplean solamente los términos Hispania o Spania. Algunos historiadores modernos relacionan alAndalus con los vándalos y suponen que la Bética romana pudo llamarse en alguna ocasión Vandalicia. Dozy, Seybold, LéviProvencal y Bouvat se han preocupado por explicar dicha etimología sin presentar pruebas convincentes. El hecho cierto es que en el a. 716 (98 de la Hégira), se acuña en España una moneda bilingüe, latina y árabe, y por primera vez aparece la voz latina Spania traducida por la voz árabe alAndalus.
Los historiadores árabes han tratado de explicar la palabra recurriendo a la mitología, y nos dicen que los primeros pobladores de la península Ibérica fueron los alAndlis. Después de confrontar estas noticias con los datos proporcionados por los primeros geógrafos e historiadores árabes de Oriente, sin olvidar la exégesis coránica, podemos llegar a la siguiente conclusión: la Vmtrat alAndalus corresponde a la Insula Atlantis o Isla del Atlántico de los escritos de geógrafos griegos y latinos, fuentes que fueron conocidas por los árabes antes de su expansión por el norte de África hasta los confines del Atlántico. Para comentar la azora XVIII del Corán, donde se habla del viaje de Moisés a los confines de Occidente, los exegetas musulmanes recurrieron a las fuentes geográficas conocidas y transcribieron de muy diversas formas el Atlántico. En algunos geógrafos árabes occidentales aparece bajo la forma Latlant o Adlant.
Los musulmanes aplicaron siempre el nombre de alAndalus a la parte de la península Ibérica dominada por el Islam; a partir del s. XIII quedará reducida al reino nazarí de Granada (véase en la presente referencia sobre España lo siguiente: NAZARÍES) y sobrevivirá, hasta nuestros días, en la actual Andalucía.
2. Descripción geográfica. La mayoría de los geógrafos árabes describen alAndalus basándose en la obra del cronista cordobés del s. X, Ahmad alRázi. La Descripción de alRázi fue traducida al portugués por orden del rey Dionís de Portugal (12791325) e incluida en la Cronica general de Espanha de 1344. Al Rázi sitúa alAndalus en la extremidad del cuarto clima y tiene una forma triangular, cuyo ángulos son Trafalgar, Finisterre y Port Vendres. Al N limita con la Europa continental o alArd alliabzra (La Gran Tierra); al E con el Bahr alRúm ó mar Mediterráneo, y al S y O por el océano Atlántico o alBahr alMuhit. Distingue la España occidental de la oriental, cuyas particularidades climatológicas van condicionadas por el régimen de los vientos, la caída de las lluvias y el curso de los ríos. Tres grandes cadenas montañosas atraviesan el país: los Pirineos al N, el sistema Central o alSarrát (las Sierras) y, al S, la sierra Morena o Yib¿zl Qurtuba (montes de Córdoba). Después de la descripción de los principales ríos y de subrayar las excelencias de alAndalus, que recuerdan las Laudes Hispaniae de S. Isidoro, los geógrafos árabes, que sigue el esquema de alRázi, describen las coras o provincias de alAndalus citando sus principales núcleos urbanos y producciones características. Cada cora tiene su capital, o Hádira, con su alcazaba y su gobernador, o ‘¿¡mil. Las listas’ de provincias son variables y alRázi cita 37 para la época del Califato; la más importante es la de Córdoba, que merece siempre una detallada descripción. Las zonas fronterizas recibían la denominación especial de tugúr o marcas y tenían un régimen particular, pues eran gobernadas por un general, o gá’id. Las capitales de estas marcas fueron Zaragoza, Medinaceli, Toledo y Mérida.
3. Elementos étnicos. Es imposible evaluar la población de alAndalus en la época de su mayor extensión geográfica, o sea, a fines del s. X. Se ha supuesto que tendría unos 10.000.000 de llab., pero ni siquiera los libros de genealogías como la Yamhara de Ibn Hazin de Córdoba sobre los asentamientos de árabes y beréberes en la Península, ni tampoco las cifras de impuestos pagados por las poblaciones no musulmanas nos permiten dar una cifra aproximada.
Entre los elementos constitutivos de la población de alAndalus hay que distinguir a los musulmanes de aquellos que siguieron practicando su propia religión y que recibieron el nombre de dimmíes o protegidos con la obligación de pagar un doble tributo: la yizya, que debía pagar todo hombre adulto y el jaray^, o impuesto sobre las tierras. Los musulmanes estaban constituidos al principio por los árabes y beréberes invasores. Los primeros estuvieron siempre en minoría: y llegaron a la Península en oleadas sucesivas: los que acompañaron a Táriq y Müsá (Muza) en la conquista, las tropas sirias qué entraron con Ball 30 años más tarde y otros grupos reducidos que llegaron con la restauración omeya. Dirigieron los destinos de alAndalus, trasladaron a la Península sus querellas tribales y aunque no trabajaron las tierras recibieron una parte de sus beneficios. Se establecieron en las comarcas más fértiles del sur, levante y valle del Ebro.
Los beréberes (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), en cambio, se asentaron en las zonas altas de la Meseta, de la serranía de Ronda y en las zonas fronterizas, que evacuaron cuando se sublevaron en el a. 740 y muchos de ellos emigraron a su tierra de origen, el norte de África. Los emires omeyas reclutaron mercenarios beréberes, que recibieron la denominación de Tanyiyyún o tangerinos, pero fue sobre todo en el s. X cuando tribus enteras cruzaron el estrecho de Gibraltar para tomar parte en las campañas de los califas o de Almanzor (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) contra los reinos cristianos del norte. Pocos años después contribuirían decisivamente a la caída del Califato, provocando el fraccionamiento de alAndalus en los distintos reinos de taifas (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), muchos de los cuales fueron beréberes.
Los españoles que después de la conquista se convirtieron al Islam recibieron el nombre de muscilima o muii•alladúm (muladíes, v.). Aunque islamizados y arabizados con más o menos intensidad, nunca olvidaron su origen y aprovecharon las situaciones críticas para hacer valer sus derechos o se declararon en franca oposición a los árabes, organizando la resistencia armada a fines del s. IX, como los Banu Qasi (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), en Aragón, Ibn Manván el Gallego en Extremadura y ‘Umar ibn Hafsun en el sur. A partir del s. x se acentuó la arabización de los muladíes, que olvidaron muchas veces sus orígenes hispánicos confundiéndose con los demás elementos de la población musulmana.
Hay que señalar otros dos grupos étnicos, aunque minoritarios: los negros o `Abid, reclutados como mercenarios o comprados como esclavos. Constituían la guardia personal de los califas y más adelante Almanzor aumentó los efectivos de esta guardia negra. Los negros eran extraordinarios andarines y constituían un cuerpo de correos que tomaban parte en todas las expediciones, mientras que las negras eran muy solicitadas como excelentes cocineras y concubinas.
Los eslavos o Sagáliba procedían de Europa central y de los reinos cristianos del norte de la Península. Muy pronto ocuparon cargos importantes en la administración del Estado y en el s. xi fundaron algunos reinos de taifas. Las mujeres eran muy solicitadas por su tez blanca y porque eran rubias; muchas de ellas gozaron de mucha consideración y llegaron a madres de reyes o Umm alWalad.
Cristianos y judíos formaron los dimmíes o tributarios. Los primeros, llamados también mozárabes (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), constituían comunidades importantes. Al frente de ellos estaba un gúmis o conde, que tenía por misión recaudar los impuestos de la comunidad y regular las relaciones de ésta con el poder musulmán. Los mozárabes tenían sus propios tribunales y jueces y solamente cuando una de las partes en litigio era musulmana, pasaba el pleito a la jurisdicción islámica. Conservaron hasta el s. xii sus obispos y después de la campaña de Alfonso I el Batallador de Aragón (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) los mozárabes fueron obligados a convertirse al Islam o fueron desterrados al norte de África.
Los judíos vivían en juderías, con sus tribunales propios como los mozárabes. Se dedicaron principalmente al comercio, a la recaudación de impuestos y muchos de ellos fueron médicos, tesoreros reales y embajadores. Incluso algunos llegaron a ocupar importantes cargos en la administración pública, como Ibn Nagrella, visir de los reyes beréberes de Granada en el s. xi. Con los almohades (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) corrieron la misma suerte que los mozárabes: la conversión o el destierro.
4. Lengua. En España los árabes encontraron la lengua latina bien asentada después de un largo proceso de romanización, que ya pasaba de siete siglos. Impusieron e1′ árabe como lengua de la cultura, pero no consiguieron desplazar las lenguas romances derivadas del latín. El bilingüismo fue un fenómeno corriente en alAndalus y cabe suponer que en determinadas zonas rurales prevalecieran las lenguas indígenas.
Los primeros documentos árabes de la Península reflejan en sus relaciones toponomásticas una arabización de nombres romances, que nos dan la clave para identificarlos y para precisar hechos históricos de gran importancia. Las jarchas (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) hispanoárabes y las obras de botánica son ejemplos suficientes para probar la supervivencia del romance. Pero, en definitiva, el problema es muy complejo y no podemos precisar hasta qué punto se impuso el árabe en España. ¿Cómo se explica que los moriscos, expulsados poco más de 100 años después de la caída de Granada, fueran a Salé o Túnez habiendo olvidado el árabe? ¿Se puede justificar la literatura aljamiada (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) solamente por una presión cristiana? El hallazgo de nuevos textos en Marruecos y el problema bilingüe en este país podrían aclarar muchos puntos que afectan a la Península.
La contribución de las poblaciones conquistadas a esta civilización árabe o musulmana se manifestó principalmente en el campo de la cultura, de la ciencia y de la administración, mientras que la contribución puramente árabe se redujo a los dominios lingüístico y religioso. Las antiguas civilizaciones se fundieron en un nuevo molde y se expresaron por medio de la lengua árabe. El árabe se encontró así reforzado con nuevas ideas y nuevas imágenes y enriquecido por un nuevo vocabulario. La creación de un Imperio árabe que se extendió en, el apogeo de su potencia desde los Pirineos y el Atlántico hasta las orillas del Syr Darya y el Indo, tuvo consecuencias profundas sobre los destinos de la lengua árabe. En las nuevas provincias donde se imponía la lengua de los conquistadores, hablaban un árabe muy alterado, influido lógicamente por las lenguas indígenas.
Por sus peculiaridades fonéticas, morfológicas y sintácticas, el árabe de alAndalus es considerado como un dialecto árabe y recibe el nombre de árabe andaluz o árabe hispánico.
Pero al ser el árabe la lengua de la cultura influye poderosamente en las lenguas romances de la Península e incorpora en éstas numerosos arabismos que se refieren a instituciones administrativas, militares, nombres de oficio, etc. (véase en la presente referencia sobre España lo siguiente: HISPANOÁRABE, LITERATURA).
5. Economía. Los geógrafos árabes subrayan las riquezas naturales de alAndalus y registran las florecientes industrias que se desarrollaron en el país durante la dominación musulmana. Entre los productos del campo cabe señalar el cultivo de los cereales, principalmente el trigo. Era de excelente calidad el de Toledo. A pesar de la enorme producción resultaba insuficiente y tenía que importarse, sobre todo en las épocas de escasez, del norte de África. Como en nuestros días, Andalucía era una región olivarera por excelencia y sobresalía por su abundante producción y por su calidad el aljarafe sevillano. También destacaba el cultivo de la viña y de árboles frutales; los geógrafos árabes destacan la extraordinaria calidad de los higos de Málaga, de las granadas, peras, manzanas, cerezas, almendras y otras frutas de alAndalus. Hay que mencionar también el cultivo de plantas aromáticas y textiles como el azafrán, el lino, el algodón, etc. y el cultivo de algunas plantas subtropicales en el sur, como la caña de azúcar y el plátano. El estado floreciente de la agricultura en alAndalus permitía el desarrollo de importantes industrias como las harineras, las del aceite, que se elaboraba en almazaras y cuyo excedente se exportaba a todo el mundo. La industria textil estaba muy desarrollada y la de la seda era muy floreciente en Granada, Almería y Murcia. También eran muy importantes las explotaciones forestales para la construcción, el carboneo y la industria naviera.[rbts name=»historia»]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre alandalus en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid

Véase También

Bibliografía

AlAndalus, en Encyclopédie de Z’Islam, 2 ed. París 1953, 501519; E. LÉVIPROVENcAL, España musulmana, en Historia de España, ed. R. MENÉNDEZ PIDAL, IVV, Madrid 1967; I. DE LAS CAGIGAs, AlAndalus, «AlAndalus» IV (193639), 205214; 1. ALEMANY BOLUFER, La geografía de la península Ibérica en los escritores árabes, Granada 1921; E. LÉVIPROVENZAL, La Péninsule ibérique au moyen áge d’aprés le Kitab alRawd alMi’tar, Leyden 1938; R. MENÉNDEZ PIDAL, La España del Cid, Madrid 1947; «AlAndalus», publicada por las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada (es fundamental su consulta).

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