Historia de la Andalucía Árabe

Historia de la Andalucía Árabe en España

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Alandalus en Relación a Historia

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] (Nota: esto es una continuación del texto sobre alandalus que se haya en otra parte de esta referencia online sobre España).La ganadería también ocupaba un lugar muy importante en la economía de alAndalus. La cría caballar era objeto de preocupación del Estado, pues nos consta que Almanzor instaló una remonta en las islas del Guadalquivir, al S de Sevilla. El geógrafo oriental del s. x, Ibn Hawqal elogia las cualidades de los mulos de Mallorca. Tampoco era despreciable el ganado vacuno, utilizado principalmente en las faenas agrícolas y estimado por su producción lechera; . el ganado ovino, muy cotizado por su carne y por su lana, y el cabrío. Como en alAndalus se consumía mucha miel, los autores hispanoárabes nos dan valiosos datos sobre la apicultura y subrayan la excelente calidad de la miel de Jaén o Lisboa. Las colmenas se hacían generalmente con planchas de corcho.
Durante la época musulmana se siguieron explotando los yacimientos minerales de la península Ibérica. El oro era extraído de las arenas de algunos ríos como el Genil, el Segre y el Tajo. La plata se obtenía de algunos yacimientos de Murcia, de Córdoba y de Beja, mientras que el hierro se explotaba en la región de Constantina, al norte de la provincia de Sevilla. El famoso geógrafo del s. XII, alIdrisi, nos proporciona interesantes noticias sobre las distintas operaciones para la obtención del mercurio de Almadén y Obejo. Igualmente se extraían cobre, estaño, plomo, galena, etc. En las fuentes musulmanas se citan también las canteras de mármol de Macael, en Almería, y yacimientos de piedras preciosas: el cristal de roca de Lorca, el jacinto de Málaga, los rubíes de Almería, etc. Otras fuentes de ingreso eran la extracción de la sal y la pesca. Con la ayuda de jábegas y almadrabas se obtenían grandes cantidades de atún, sardina y jurel, que se consumía no solamente en las ciudades del litoral, sino también en el interior. Según un cronista, en Córdoba se llegó a vender en un día sardina por valor de 20.000 dinares. El comercio en alAndalus fue activísimo en todas las épocas y se exportaban materias primas y objetos manufacturados como telas, pieles, cueros, joyas, marfiles, etc.
6. Instituciones. Al frente del Estado está el soberano que recibe según las circunstancias políticas o religiosas, los títulos de emir, califa, amir almuslimin, amir almu’minin o sultán, con la doble función de jefe espiritual y temporal. Gobierna con autoridad absoluta, aunque delega parte de sus poderes en funcionarios, responsables ante 61 y que serán depuestos por decisión personal. Preside la oración del viernes, es juez en última instancia y administra los gastos públicos; como general de los ejércitos dirige muchas expediciones militares y también la política exterior. Al ser entronizado recibe el juramento de lealtad de todos sus súbditos según un riguroso protocolo. Como símbolo de su realeza lleva el sello real o anillo de oro con una divisa personal y su nombre y título se mencionan en el sermón del viernes.
Después del soberano destaca el háyib. Como primer ministro asiste al emir o califa y dirige los tres servicios de la administración civil: palacio real, Cancillería y Hacienda. Cuando decae la autoridad del califa el háyib se convierte en el personaje todopoderoso del Estado. Así ocurre con Almanzor (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) que va acumulando una serie de prerrogativas propias del califa desde su nombramiento en el 978. Los reyes de taifas prefieren este título, considerándose como representantes del califa, aunque en definitiva el título indica la jefatura del poder temporal. Con los almohades desaparece esta institución.
Durante el Califato (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general), cuando las instituciones llegan a su pleno desarrollo, el ministro o wazzr ocupa funciones propias y específicas: comunicaciones, armamento, ejército, caballería, manufacturas reales, secretaría. En el a. 955 `Abd alRahmán III (véase en la presente referencia sobre España lo siguiente: ABDERRAMÁN III) nombrará cuatro secretarios, encargados respectivamente de la correspondencia de provincias, de la correspondencia de la frontera, de los decretos reales y de las reclamaciones.
En los primeros tiempos del emirato de Córdoba (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) eran tres las fuentes de ingreso: el botín o ganima, la yyizya o tributo personal que pagaba todo adulto de religión cristiana o ludía y el jaray, impuesto legal sobre la propiedad territorial. Al lado de estos impuestos legales van apareciendo muchos ilegales como la daraba o impuesto sobre el ganado, la gabála o alcabala, sobre los mercados, etc. Una serie de funcionarios colaboraban en la recaudación de impuestos o en la distribución de ingresos y gastos. Estos impuestos se recibían en especie o en dinero contante. Otra fuente de ingresos era la acuñación de moneda. En la última época de Abd alRahman III se distribuían los ingresos en tres grandes capítulos: obras públicas, guerra santa y tesoro.
Durante el Califato estaba dividido alAndalus en 21 coros o provincias, nueve de las cuales gozaban de un estatuto especial, porque sus territorios habían sido concedidos en feudo a las tropas sirias. También tenían un régimen especial las marcas fronterizas. En la capital de la provincia residía un gobernador, delegado del soberano. Residía en la alcazaba, donde estaban radicados los servicios de la administración provincial: una secretaría para la correspondencia oficial con la capital del reino,
un servicio de hacienda para la estimación y percepción de impuestos y una oficina de reclutamiento y movilización. El saldo activo después de los gastos de la provincia era enviado a Córdoba.
En alAndalus, lo mismo que en los demás países musulmanes, el soberano delegaba en el juez o gádi para aplicar la ley de acuerdo con el Corán y la tradición musulmana. En un principio se limitaba a resolver los problemas planteados por el reparto del botín, herencias, divorcios y castigos de criminales. Dirigía la oración y podía ser almuédano o predicador. Además administraba los fondos de manos muertas de las mezquitas y era el encargado de señalar el comienzo y fin del mes de ramadán. A medida que la organización judicial se iba perfeccionando y complicando, el gá15 delegaba parte de sus funciones en otras personas. Entre estos funcionarios cabe destacar al almotacén o zabazoque, encargado de reprimir los fraudes en los pesos y medidas, asegurar la probidad de fabricantes y vendedores y la calidad de los productos. A veces acumulaba la función de la surta o policía, encargada del orden público y de la justicia represiva. Otros cargos importantes eran el zalmedina o gobernador de la ciudad, el scihib almawárit o jefe de las herencias vacantes y el s¿ihib almazálim, encargado de resolver todos los hechos considerados como lesivos a los intereses de un individuo. Su decisión era inapelable y la justicia aplicada por este funcionario aparece muchas veces como contraria a la jurisdicción ordinaria.
En el ejército de alAndalus hay que distinguir los soldados de oficio de los mercenarios, sin olvidar los contingentes de voluntarios. Los primeros eran reclutados entre los sirios establecidos en España desde el 742 y, a partir del s. X, todos los musulmanes de condición libre y en edad militar. Los mercenarios eran reclutados entre los cristianos del norte de la Península y de Francia. Fue alHakam I (véase en la presente referencia sobre España lo siguiente: ALHAQUEM I), 796822, el primer emir de alAndalus que recurrió a mercenarios cristianos. Un siglo más tarde los emires de Córdoba reclutaron mercenarios beréberes para hacer frente a la agitación provocada por los mozárabes y muladíes. A partir del s. x aumentaron considerablemente estos contingentes norteafricanos. Los preparativos de una aceifa exigían una movilización de medidas y recursos para fijar el itinerario, los abastecimientos y el armamento necesario, etc. En la época granadina un emir mandaba un ejército de 5.000 hombres, que a su vez estaba dividido en cinco batallones con un alcaide al frente de cada uno de ellos. Un intendente o nagib mandaba una compañía de 200 hombres y un alarife estaba al frente de un pelotón de 40 soldados. Un pelotón se dividía en cinco escuadras de ocho hombres cada una al mando de un cabo mayor o nazir.
A raíz de las incursiones normandas contra la península Ibérica en el s. ix se organiza la marina de alAndalus. En el s. x la flota omeya constaba de 200 unidades de guerra que vigilaban las costas españolas para evitar un desembarco normando o norteafricano o dirigir acciones punitivas contra los cristianos del norte o sus enemigos del otro lado del Estrecho. En Algeciras, Almería, Denia, Sevilla, Tortosa y otros puertos existían arsenales donde se llegaron a construir los barcos de mayor tonelaje y mejor pertrechados de la época.
7. Clases sociales. Los autores hispanoárabes señalan la existencia de la jássa o aristocracia y de la `amma o pueblo, además de los maulas (véase, si se desea, más sobre este último termino en la plataforma general) o libertos y de los `abid o esclavos. La aristocracia estaba formada por la nobleza árabe, a la cabeza de la cual estaban los Banú Quray9 o príncipes omeyas; éstos gozaban de una pensión oficial, no pagaban impuestos y tenían grandes propiedades territoriales. Les seguían los ministros, gádes, generales y gobernadores, que constituían una verdadera clase social en la que, muchas veces, los cargos pasaban de padres a hijos. Finalmente los funcionarios de la administración central o ahl aljidma formaban el último estamento de la aristocracia. El pueblo estaba formado por artesanos, obreros y libertos en las ciudades y por campesinos en su condición de colonos, aparceros o pequeños propietarios en el campo. La situación económica del pueblo explica su participación en todos los movimientos revolucionarios que atravesó alAndalus, como la revuelta del Arrabal de Córdoba a principios del s. IX o la caída del Califato a finales del x. Los maulas o libertos ocuparon importantes cargos en los s. X y XI y muchos de ellos llegaron a regir numerosos reinos de taifas.
8. Convivencia cristianomusulmana. La conquista de España por los musulmanes se inició en el 711 y se caracterizó por su rapidez y facilidad, ya que el caudillo árabe Mñsá. b Nusayr contó con la colaboración de muchos señores visigodos, entre ellos el famoso conde D. Julián. La frontera entre alAndalus y la España cristiana quedó prácticamente estabilizada a finales del s. VIII y no sufrió alteraciones importantes hasta la reconquista cristiana de Toledo en 1085. A pesar de las anuales aceifas emprendidas por los emires de Córdoba contra los reinos cristianos del norte, los períodos de paz fueron más prolongados que los de guerra. Un equilibrio político se impuso muy pronto y nunca faltaron las relaciones económicas y diplomáticas. En alAndalus está demostrada la tolerancia de los emires cordobeses con las comunidades cristianas y judías. No se ejercía una presión o propaganda oficial en favor de la religión del Estado: la islámica, pero tampoco se admitían los ataques a ésta y al profeta Mahoma ni la apostasía. La islamización, que nunca fue total, por lo menos hasta el s. XII, fue más rápida que la arabización. El peso de la tradición hispanoromana era demasiado fuerte para que pudiera desaparecer fácilmente al empuje árabe. En el s. X se consolidó el Califato y sus instituciones y surgió en Córdoba una auténtica escuela de traductores en la que tomó parte decisiva el obispo Recemundo de Granada. Las obras de S. Isidoro, Orosio y de otros autores latinos fueron traducidas al árabe. Reflejo de esta convivencia es el famoso Calendario de Córdoba, compuesto en el a. 961 y redactado en árabe y latín. Más tarde resurgirían estos contactos cristianos musulmanes en las famosas escuelas de Ripoll y Toledo.
Los enlaces matrimoniales de algunos príncipes omeyas y las relaciones peculiares de los señores muladíes del valle del Ebro con los reyes de Navarra o los condes de Pallars nos iluminan elocuentemente sobre la convivencia de las dos comunidades religiosas. Este equilibrio se rompe temporalmente con las invasiones almorávides y almohades. La intransigencia religiosa aparece por primera vez con la, deportación o conversión forzosa de mozárabes y judíos, pero al mismo tiempo las necesidades políticas del momento obligan a los emires almorávides y almohades a contar con mercenarios cristianos, a tolerar el culto cristiano en la capital del Imperio Marrates, o a recurrir al Papa para resolver determinados pleitos.
En el último reino musulmán de Granada, como ha subrayado García Gómez, se señalan varios periodos: uno, de influencia predominantemente cristiana (fines del s. XIII y comienzos del XIV); otro, de estructura típicamente africana y oriental (s. XV). Es significativo el siguiente pasaje de Ibn Sa’id de Alcalá la Real (m. en 1274 ó 1286): «Tampoco Ibn al Ahmar, en cuyo poder está la mayor parte de alAndalus, emplea el turbante. Los sultanes y las tropas suelen adoptar los trajes de los cristianos sus vecinos: sus armas son iguales, y lo mismo sus capas, tanto las de escarlata como las otras. Asimismo, son idénticas sus banderas, sus sillas de montar y su manera de hacer la guerra con escudos y lanzas largas para alancear. No conocen las mazas ni los arcos de los árabes; antes bien, emplean los arcos cristianos para los asedios de ciudades, y los infantes los utilizan en los lances de guerra».
Un autor contemporáneo, Ibn `Azafi, rey de Ceuta, nos dirá también que los musulmanes españoles celebraban las festividades cristianas de la Navidad, la Nochevieja, la Pascua y S. Juan. Como reacción a todo esto propone la celebración del Mawlid o nacimiento de Mahoma, fiesta que arraiga en todo el mundo musulmán hasta hoy.
V. t.: CÓRDOBA, EMIRATO Y CALIFATO DE; TAIFAS, REINOS DE; GRANADA, REINO DE; ÁRABES III y IV.[rbts name=»historia»]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre alandalus en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid

Véase También

Bibliografía

AlAndalus, en Encyclopédie de Z’Islam, 2 ed. París 1953, 501519; E. LÉVIPROVENcAL, España musulmana, en Historia de España, ed. R. MENÉNDEZ PIDAL, IVV, Madrid 1967; I. DE LAS CAGIGAs, AlAndalus, «AlAndalus» IV (193639), 205214; 1. ALEMANY BOLUFER, La geografía de la península Ibérica en los escritores árabes, Granada 1921; E. LÉVIPROVENZAL, La Péninsule ibérique au moyen áge d’aprés le Kitab alRawd alMi’tar, Leyden 1938; R. MENÉNDEZ PIDAL, La España del Cid, Madrid 1947; «AlAndalus», publicada por las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada (es fundamental su consulta).

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