Ramón Llull

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Vida y Obra

(Mallorca, Baleares, 1232 – 1316). Misionero, filósofo, místico, poeta y novelista catalán. Fue el creador del Arte, un sistema filosófico personal. Escribió unas 265 obras en catalán, latín, árabe (se han perdido los originales en este idioma) y occitano; existen algunas traducciones medievales de sus obras al castellano, francés e italiano. Nacido en la Mallorca que Jaime I de Aragón acababa de conquistar al Islam (1229), fue educado en una familia de buena posición, en convivencia con una población musulmana importante. En su juventud fue trovador y cortesano. Se casó y tuvo dos hijos.

En 1263, varias apariciones del crucifijo le apartaron de la vida mundana y le indujeron a dedicarse enteramente al servicio de Dios, en estos términos: arriesgarlo todo, incluso la vida, para la conversión de los musulmanes, escribir un libro, el mejor del mundo, contra los infieles, fundar escuelas de lenguas orientales para la formación de misioneros. Aprendió árabe de un esclavo de su propiedad y se dedicó al estudio: latín, filosofía, teología, lógica, nociones de astronomía, derecho y medicina. La ciudad universitaria más cercana a Llull era Montpellier, famosa por la Facultad de Medicina, que pertenecía al reino de Mallorca. Al cabo de nueve años escribió un compendio de la lógica de Algazel y el Libro de contemplación en Dios (1271-1274), una inmensa enciclopedia mística, en la que se vislumbran todos sus futuros hallazgos filosóficos y literarios. Llull creía que la clave del método deductivo de su Arte le fue revelada durante un retiro de meditación al monte Randa, en el interior de Mallorca. El Arte compendiosa de hallar la verdad (1274) es la primera de una serie de redacciones sucesivas del sistema filosófico de Ramón.

En 1276, tras la muerte de Jaime I de Aragón, el soberano del reino privativo de Mallorca, Jaime II, sufragó la fundación de Miramar, una escuela de misioneros organizada según la propuesta luliana. A partir de esta fecha Llull, además de escribir obras literarias y filosóficas, viajó incesantemente por el Occidente cristiano con la finalidad de difundir sus planes misioneros. Visitó, pues, París cuatro veces, donde “leyó” el Arte en la Universidad y fue recibido por el rey Felipe IV el Hermoso. Viajó a Italia seis veces (a Génova, donde mantenía contactos con pujantes mercaderes; a Pisa; a Roma, donde obtuvo audiencias de por los menos tres papas; a Nápoles y, al final de su vida, a Sicilia, donde gobernaba un rey de la casa de Aragón.

Estuvo tres veces en el Norte de África (Túnez y Bugía), dispuesto siempre al martirio por la fe, y se aventuró hasta Chipre, desde donde visitó el puerto turco de Ayás y, tal vez, Jerusalén. Sus reiterados fracasos se explican por la naturaleza idealista de sus planes de reforma de la humanidad, encomendados a poderes políticos. Como el propio Llull cuenta en un opúsculo tardío. El fantástico (1311), sus contemporáneos le veían como un personaje pintoresco; en sus obras literarias más antiguas ya había usado el alter ego místico Ramon, lo foll (Ramón, el loco) y en un dramático pasaje del poema autobiográfico Lo desconhort (El desconsuelo) se había quejado de que la gente leía sus obras “como un gato andando sobre ascuas”.

Pero estos epítetos y estas quejas no deben hacer olvidar que fue escuchado por reyes y papas y que les ofreció planes concretos que se han revelado menos utópicos de lo que se había creído. Durante el último de sus viajes a París, además, en contrapartida de la incomprensión de que había sido objeto, obtuvo cartas de recomendación de Felipe IV y del canciller de la Universidad (1310-1311), y cuarenta maestros y bachilleres de Artes y Medicina aprobaron su lectura del Arte breve (1310-1311). El Concilio de Vienne de 1311 adoptó su propuesta de fundar escuelas de lenguas orientales. De acuerdo con el desarrollo del Arte, su producción, literaria y filosófica se puede dividir en tres periodos: 1. “Fase cuaternaria” (1274-1289), llamada así porque los componentes básicos del Arte (atributos divinos, principios relativos, elementos) aparecen en múltiplos de cuatro.

Llull redactó varias obras que aplicaban a las distintas ciencias su Arte abreviada de hallar la verdad. Entre estas obras destaca el Libro del gentil y los tres sabios, la mayor aportación de Llull a la apologética. También pertenece a este periodo la Doctrina pueril, un tratado pedagógico para su hijo, y el Libro del orden de caballería, que se hizo muy famoso en su versión francesa. Se sitúa en 1283 la redacción de la primera novela de Llull, el Libro de Evast y Blanquerna, que contiene la famosa colección de aforismos religiosos llamada Libro de amigo y Amado. En el mismo 1283 Llull reformó su método científico y produjo el Arte demostrativa; a su alrededor aparece otro ciclo de obras secundarias de aplicación del Arte a las ciencias. Pertenece a este periodo su segunda novela didáctica, el Felix o Libro de Maravillas, que incluye un apólogo animalístico de carácter político, el Libro de las bestias. 2. “Fase ternaria” (1290-1308), en la que los principios del Arte aparecen en múltiplos de tres (y los cuatro elementos desaparecen de la base de sistema).

A causa de la “debilidad del entendimiento humano”, que había experimentado durante su primer viaje a París, Llull redujo el número de las figuras iniciales de su sistema (de 12 o 16, a 4) e hizo desaparecer toda notación algebraica de la exposición del Arte. El Arte inventiva de la verdad es calificada por Llull como una “ciencia” universal, y su gemela, el Arte amativa, como una “amancia”, que es la versión mística del conocimiento. Este ciclo concluye con el Arte general y última (1305-1308), que tiene una versión compendiosa en el Arte breve (1308). La fase ternaria presenta obras tan importantes como el Árbol de ciencia (1395-1396), una notable enciclopedia orgánica, un tratado de lógica, la Lógica nueva (1303), el Libro de ascenso y descenso del intelecto (1305) y el Libro del fin (1305). 3. “Fase postartítica” (1305-1315), en la que, ya terminada la tarea de formular su gran sistema, Llull se centra en cuestiones específicas de lógica y de epistemología, muchas de ellas dirigidas a la discusión con los aristotélicos parisinos que Llull llamaba “averroístas” (1309-1311).

Al final de su última visita a París dictó a un cartujo de la capital francesa un relato biográfico y propagandístico conocido como Vida coetánea. Otro de sus intereses tardíos fue la predicación, que le llevó a componer varias obras teóricas sobre el tema y una notable colección de sermones (1312-1313). La última obra de Llull está fechada en Túnez, en diciembre de 1315. Probablemente murió a principios del año siguiente, en esta ciudad o en un viaje de regreso a Mallorca, donde fue sepultado. La leyenda de su martirio es una falsificación piadosa del s. XVII, relacionada con un intento de lapidación de que fue víctima en Bugía (1307). La originalidad del sistema apologético luliano, destinado a convencer a musulmanes y a judíos, se basaba en el abandono de la Escritura como autoridad (sólo servía para engendrar inacabables discusiones hermenéuticas) y en el intento de probar racionalmente los artículos de la fe cristiana, sobre todo la Trinidad y la Encarnación, que eran los más difíciles de aceptar para musulmanes y judíos. Estos presupuestos indujeron a Llull a concebir un sistema demostrativo cerrado y autosuficiente: el Arte.

Cada formulación del Arte empieza con una serie de conceptos representados por figuras geométricas y sigue con la descripción de la combinatoria de estos conceptos. El secreto del Arte estaba en dar con la representación conceptual de la estructura básica de la realidad que, según Ramón, empieza con los atributos de Dios, bondad, grandeza, eternidad, etc.; al no ser éstos estáticos, sino ontológicamente activos a través de los “principios correlativos”, la bondad se despliega en un agente (bonificativo), un paciente (bonificable) y un acto que los une (bonificar). Su acción necesaria “hacia dentro” (ad intra) produce la Trinidad, y “hacia fuera” (ad extra) el acto de la creación. La metafísica de la acción descrita por Llull ejerció una fuerte influencia en Nicolás de Cusa, Giordano Bruno y Leibniz, pero al mismo tiempo el sistema luliano fue usurpado por los alquimistas, de manera que le fueron atribuidas más de un centenar de obras espúreas con esta orientación.

La persecución que la Inquisición del s. XIV desplegó contra los discípulos espirituales de Llull completó el cuadro de las incomprensiones de que ha sido víctima la figura histórica de Ramón. Su influencia en España ha sido menos excéntrica y heterodoxa que en el resto de Europa. Además de las escuelas lulistas de Mallorca y Barcelona del cuatrocientos, contamos con un cierto número de traducciones al castellano de la baja Edad Media, aunque el auténtico interés por Llull es de principios del s. XVI. Surge una escuela lulista en Valencia que produce algunas publicaciones notables, junto a la figura del humanista Alfonso de Proaza. Éste estaba en contacto con el cardenal Cisneros, quien en 1508 introdujo en la Universidad de Alcalá una cátedra de filosofía y teología lulianas. Felipe II fue admirador de Ramón Llull, al igual que su colaborador, el arquitecto Juan de Herrera, autor de un Tratado del cuerpo cúbico, basado en el Arte de Llull, y fundador de una academia matemático-filosófica en Madrid (1582), en la que el arte tenía un papel importante.

Fuente: Gran Enciclopedia de España

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