Hacienda Moderna

Hacienda Moderna en España en España

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Hacienda española Hacienda Moderna (Historia)

La unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón y la posterior llegada al trono de Carlos I, implicaron cambios en las necesidades hacendísticas. Sin embargo, la planta de la entidad política que habría de llamarse Monarquía Hispánica no dejó nunca de estar constituida por la agregación de reinos y territorios, cada uno con sus peculiaridades fiscales. El doble problema de la racionalización hacendística y la aplicación del dinero a necesidades generales fue siempre una cuestión pendiente. Otro elemento característico fue la acumulación de figuras fiscales, que no respondía a ningún plan general y aplazó, por lo menos hasta bien entrado el siglo XVIII, la reordenación tributaria. Finalmente, la existencia de sectores de la población privilegiados y exentos complicó aún más la situación, aparte de las tensiones sociales derivadas de la desigualdad.[1]

Hacienda Pública durante el reinado de Carlos III

Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1802) constituye una de las figuras más notables en la escena política del largo reinado de Carlos III. Los rasgos que más destacan en él son una gran inteligencia, un fuerte carácter y una capacidad de trabajo poco común. Perteneciente a una familia de modestos hidalgos asturianos, partió muy joven a probar fortuna en la capital. Fue primero pasante y después abogado. Su entrada a la administración pública en 1755, y especialmente, en el Consejo de Castilla (1762) estuvieron ya ligadas a la lucha política contra la facción dominante de los «colegiales», bien avenidos con la Compañía de Jesús y con la Inquisición. El mayor interés de Campomanes recae en su labor fiscal del Consejo, donde destacó como colaborador en las políticas reformistas de Carlos III.

Campomanes en cuanto a su labor fiscal, era un firme defensor de la supremacía del Estado como regulador de la política económica. Se hacía necesario por tanto, que todos los estamentos sociales se incorporaran a este proyecto de empresa económica, de la cual iba a depender la felicidad de toda la comunidad. En dicho modelo económico, la iniciativa privada desempeñaba un papel reducido, ya que todo estaba supeditado a la consecución del bien común, y éste tenía que ser diseñado con anterioridad por el propio gobierno. Tal planteamiento le serviría para defender el comercio exclusivo de España con las colonias americanas, la manipulación de las aduanas (ver su definición; pero esencialmente es una oficina pública encargada del registro de los bienes importados o exportados y del cobro de los tributos correspondientes; ver despacho de aduana y Organización Mundial de Aduanas) a favor de la industria nacional, o la intervención del propio Estado en todos aquellos órganos que regulaban la actividad económica. Al mismo tiempo, los privilegios de algunas entidades criticadas por Campomanes, como la Mesta, los gremios, etc. debían desaparecer y pasar al control directo de la Corona. Esta posición como podemos observar, dista mucho del planteamiento económico de Adam Smith, al que tanto admiraba.

Campomanes consideraba la Hacienda Pública como el «nervio del estado», dado que «de todos los ciudadanos ninguno es tan importante como para desempeñarla». A pesar de ello, en una sociedad de privilegios tan marcados como la española, tanto el clero como la nobleza veían en la exención de impuestos como algo propio de su condición y al papel que estaban destinados dentro de la sociedad. Una situación así unida a la difícil situación de la Hacienda Pública, que debía hacer frente a gastos militares de guerras pasadas y presentes, lleva a Campomanes a la adopción de medidas diversas. La primera de ellas era la imposición de todos los miembros del Estado a contribuir a sus cargos sin privilegio e indistintamente. Los nobles podrían conservar sus propiedades, pero sin ningún tipo de exención fiscal, excepto una a manera simbólica. El mayor problema parecía provenir por parte del clero y la acumulación de rentas útiles y productivas en sus manos (véase también diezmos). La única solución posible ante esto requería la restricción de las adquisiciones y donaciones de las manos muertas, impidiendo así la amortización de bienes por parte de la Iglesia. Esta situación condicionaba en gran medida el escaso desarrollo económico del país y el penoso estado de la Hacienda Pública.

Fuente: Blog de la asignatura Historia Económica de la Edad Moderna. Universidad Complutense, Dpto. de Historia Moderna (A).

Recursos

Notas y Referencias

  1. Información sobre hacienda española hacienda moderna de la Enciclopedia Encarta

Véase También

Bibliografía

CASTRO MONSALVE, C.: DE, Campomanes, un ilustrado en el Consejo de Castilla, en FUENTES QUINTANA, E. (coord.), Economía y economistas españoles, vol.3, 1999, pp. 257-274.

FERRER BENIMELI, J.A.: Relaciones Iglesia-Estado en Campomanes, Madrid: Fundación Universitaria Española, 2002.

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