Moneda Manipulada

Moneda Manipulada en España en España

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La introducción del numerario castellano

La entrada en masa de metales preciosos, resultado del descubrimiento de América, motivó un cambio gradual pero irreversible de los patrones monetarios. La abundancia de metales preciosos en rebajó el poder adquisitivo y, así, las monedas de uso común tuvieron que incrementar sustancialmente su peso de metal fino.

Un largo proceso que se inició con la acuñación de múltiples del rally de plata acabó vertiendo a un tipo que había de ser habitual a partir del final del siglo XVII: el duro o pieza de ocho reales. En cuanto al oro, siguiendo la tendencia europea de abandonar el ducado de alta ley por el escudo de 22 quilates (91,6% de oro), Carlos I adoptó esta moneda y poco a poco sus múltiples acabaron vertiendo a la onzao pieza de ocho escudos. Los catalanes y, en general, los estamentos de los países de la corona catalanoaragonesa opusieron inicialmente al escudo y mantuvieron el ducado como moneda áurea, pero ya al final del reinado de Carlos se batió la corona en Valencia; más tarde (1599) el municipio barcelonés, comprendiendo las ventajas del nuevo numerario, pidió autorización para batirlo, lo que se hizo desde el 1602. Fueron los escudos llamados «de la cruceta», de tipología netamente castellana. A lo largo del reinado de Carlos I, faltos los talleres catalanes de las fuentes de abastecimiento de metal precioso, el numerario castellano de oro y de plata, sobre todo las piezas múltiples, invadieron el circulante catalán, cubriendo la gama de las monedas de alto valor. Es cierto que, en los primeros tiempos de los Austria aún se batió múltiples de oro y de plata, pero parece que su emisión fue hecha en cantidades muy restringidas, por lo que el numerario propiamente catalán quedó arraigado en la pequeña moneda de plata (croata o ral) o al vellón acuñado en dinero y sobre todo en artimañas o dobles dinero. Elardid barcelonés, Que mantenía mezcla de plata, fue batido durante los reinados de Fernando II y Carlos I. A partir del 1.612 se hizo la acuñación a molinillo e incrementa de forma notable la emisión, por lo que su presencia en el circulante sobrepasó con mucho la del dinero. La nueva técnica de acuñación con molinillo sólo la pudo utilizar, por privilegio, la seca de Barcelona. Así, el numerario barcelonés obtuvo una nueva garantía de autenticidad y un elemento más de prestigio frente a las acuñaciones locales hechas a martillo y, por tanto, más fáciles de falsificar. La falsificación fue particularmente importante en este periodo. En tiempos de Felipe II equipos de falsificadores se alquilaron en Valencia para ejercer su «oficio» por cuenta de quien los contratara. El control de la pequeña moneda y la conducción de una política de emisiones prudente hizo que los países de la corona catalanoaragonesa escaparan del desbarajuste monetario castellano (devaluaciones y revaluaciones de doble sencillo en tiempos de Felipe II), que tanto castigó las pequeñas economías. El croata de plata se mantuvo inicialmente con sus características, pero en 1614 se ya era consciente de que la mejor ley del rally o croata catalán lo hacía salir del Reino y que había que nivelarlo con el rally castellano. Por esta razón, el croata, manteniendo sus estampas se debilitó de contenido de plata y, de los 3,3 gramos iniciales, pasó a 2,5 gramos en tiempos de Carlos II para llegar a los 2 gramos durante la guerra de Sucesión. pero en 1614 se ya era consciente de que la mejor ley del rally o croata catalán lo hacía salir del Reino y que había que nivelarlo con el rally castellano. Por esta razón, el croata, manteniendo sus estampas se debilitó de contenido de plata y, de los 3,3 gramos iniciales, pasó a 2,5 gramos en tiempos de Carlos II para llegar a los 2 gramos durante la guerra de Sucesión. pero en 1614 se ya era consciente de que la mejor ley del rally o croata catalán lo hacía salir del Reino y que había que nivelarlo con el rally castellano. Por esta razón, el croata, manteniendo sus estampas se debilitó de contenido de plata y, de los 3,3 gramos iniciales, pasó a 2,5 gramos en tiempos de Carlos II para llegar a los 2 gramos durante la guerra de Sucesión.

Autor: Cat.

Historia de la Moneda Catalana

Nota: sus primeros origenes y desarrollo se encuentran descritos en la entrada sobre la circulación de la moneda en España.

El terno y el cuaterna: la unificación de valores

Desde las emisiones de plata carolingias (s. VIII-IX) el dinero había ido perdiendo valor con caídas de peso e incremento de cobre a la aleación. Las disminuciones, que pretendían incrementar las ganancias de la emisión, fueron combatidas por los embrionarios estamentos ciudadanos, que acabaron pactando pagos fiscales (impuesto del «monedatge») en cambio de no mudar la moneda. Estas resistencias frenaron las pérdidas de valor a partir de Ramon Berenguer III, primer soberano que aceptó un pacto de este tipo. Con Alfonso I el dinero barcelonés estableció en ley quaternal, es decir a ley de 4 dinero (s. abre 12 y, pues, con el 33% de plata). Esta misma ley y el mismo peso revuelven las emisiones realizadas en Aragón (dinero Jaques) y en Provenza (dinero de la mitra y real o «ral» coronado). A pesar de la pluralidad de estampas que refleja la estructura confederal de la corona, los valores de las monedas son idénticos. La agresividad almohade creó dificultades económicas serias a los reyes catalanes a partir de los últimos tiempos de Alfonso I. En Aragón y en Cataluña, desde Alfonso I hasta Jaume I se hizo una serie de emisiones de baja ley. Unas (Jaume I en Aragón) hubiéramos ser retiradas, y otros cayeron en el mayor descrédito, como la emisión de cobre plateado que hizo Pedro I 1209.cuaterna. Pronto, sin embargo, la derrota de Muret (1213) y la larga minoría de Jaime I pusieron nuevamente las finanzas reales en dificultades. El 1222 Jaime I hizo una emisión de baja ley (doblenc), 16% de plata) destinada, sobre todo, a enjugar deudas, pero pronto se pudieran sentar unas bases más sólidas con la creación del dinero de terno 3 dinero, es decir 25% de plata), moneda que el rey juró solemnemente de no modificar y que, tal como sucedió con el cuaterna, fue emitida con estampas diferentes y valor igual tanto en Barcelona y Aragón como en Mallorca y Valencia (que en este período tenían moneda común), como en Provenza. Una vez más la unidad monetaria fue un hecho. Los nuevos compromisos contraídos por Jaime I establecieron sólidas bases para el control de la moneda barcelonesa por parte de los consejeros ciudadanos. En este tiempo hubo que hacer frente a la invasión de los prestigiosos numerarios lenguadocianos de Montpellier (dinero melgorès) y del Bearn (dinero Morlà). Es posible que el cierre de los talleres condales y el descrédito de la moneda barcelonesa tras las emisiones de baja ley favorecieran esta invasión que los monarcas no cesaron de perseguir.

El croata, signo de la expansión

Siguiendo la corriente de enderezamiento económico europeo del s XIII, el infante Pedro (futuro Pedro el Grande) ensayó de establecer en 1268 una nueva moneda fuerte de plata. El intento fracasó por culpa de la oposición de los consejeros barceloneses, pero en 1273 Jaime I acuñó el primer gordo catalán en Montpellier. En 1283 Pedro el Grande acuñó una gran cantidad de pirrals de plata en Sicilia. El 1285 los consejeros barceloneses se rindieron a la evidencia de la necesidad de una moneda de más alto valor afianzando, pero, su control sobre los amonedaments con la creación de los guardas de la moneda (guarda de la moneda), dos prohombres elegidos por el municipio que controlaban la calidad. Se creó, pues, el dinero barcelonés de plata, denominado pronto croata. El croata de plata siguió los parámetros del pirral siciliano y fue el modelo para el real sardo creado el 1322. Se mantuvo la unidad de valor ahora en la moneda de plata. Los reales sardos, al igual que los mallorquines, también tomaron el nombre de cruzados.

El sistema monetario mallorquín

La creación de un reino privativo, constituido básicamente por las Islas, los condados de Rosellón y la Cerdaña y Montpellier comportó la creación de un sistema de monedas diferente. En 1300 Jaime II de Mallorca creó su real [ral] de plata nivelado con el gordo de Montpellier de Jaume I, es decir a 60 el marco y ley de 11 dinero. También introdujo un nuevo sistema de vellón a ley de 2,75 dinero (23% de plata) y valores de dinero, dinero y mallastallas de 11,22 y 44 sueldos el marco. En 1310 creó un real de oro de inspiración francesa a ley de 23 quilates y talla 60 piezas el marco. Dispuso también la equivalencia entre el real de plata y el dinero de 1/16. Este cambio era favorable al dinero (el equilibrio era 1/19) y originó la fuga inmediata de reales de plata, lo que obligó al rey a autorizar el curso del carlista o real siciliano que, al ser equilibrado a 1/16 no era exportado. Los jurados de la isla propusieron un cambio en 1/22 a fin de retener la plata. Estos problemas dificultaron el curso normal de la plata y la moneda mallorquina fue mayoritariamente de vellón. El oro fue acuñado en muy pequeña cantidad.

Primeros intentos de moneda de oro. El florín

Habiendo dejado de correr el oro andalusí, a finales del siglo XIII el circulante era formado casi exclusivamente de dinero de vellón y cruzados de plata. El año 1283 Pedro el Grande batió en Sicilia la primera moneda áurea catalana tras las viejas imitaciones del numerario andalusí (mancuso) del s XI). Fue el pirrial de oro o agostar que, siguiendo la tradición áurea los augustales normandos se adaptaba a la metrología de los salud de oronapolitanos angevins. El pirrial de oro, casi de oro puro, no tuvo, sin embargo, continuidad y las emisiones de sus sucesores fueron simbólicas, como en el caso de los reales de oro mallorquines de la rama privativa (Jaime II y Sancho). El 1338 Pere III hizo otro ensayo en Cerdeña (el alfonsino de oro) que tampoco se consolidó. A consecuencia de los enfrentamientos entre Jaime III de Mallorca y Pedro III, el rey mallorquín hizo batir a Perpiñán varios tipos monetarios de alto prestigio a fin de adinerado al máximo sus escasos recursos. Así imitó el gordo volviera francés y el florín de oro mallorquín en los que grabó, pero, REX MAIORICAR (um). Esta iniciativa de Jaime III fue continuada por Pedro III, que, al incorporar el reino de Mallorca, creó, por un lado su propio florín (1346) y por otro, retomó el batiment del rally de oro mallorquín a un ritmo apreciable. Pere III estableció para el florín un tamaño de 65 el marco y una ley de 13,75 quilates (98,9% de oro). Pronto se demostró que el florín catalán no podía competir en el mercado con el florentino y Pere III se vio obligado a rebajar progresivamente la ley. Poco tiempo más tarde (1365) el florín encontraba su equilibrio a 18 quilates de ley (75% de oro) con una buena aceptación de mercado que mantenía aceptables las ganancias de emisión. El nuevo florín débil tuvo menos aceptación en Francia pero penetró fuertemente en Castilla y Navarra, donde llegó a constituir un contingente importante del circulante. El nuevo florín de 18 quilates se mantuvo invariado hasta el tiempo de Fernando II y esto reafirmó su prestigio, de tal manera que acabó siendo la moneda de referencia en Castilla, siempre removidas por las alteraciones monetarias.

El florín de oro reforzó el circulante catalán de los siglos XIV y XV, pero no llegó a tener nunca la presencia arrolladora que había tenido el mancuso. Batieron florines los talleres monetarios de Perpiñán, Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca y sólo una pequeña marca distinguía las producciones de cada taller, por lo que el florín constituyó la primera moneda de estampa uniforme y de curso general a la corona catalano-aragonesa. Pedro III también intentó batir florines en Zaragoza, pero la acuñación llevará sólo tres años ya que los aragoneses prefirieron mantener la emisión del dinero Jaques como moneda exclusiva.

La unificación de la plata: 1407-1422

Sobre la cuestión de la moneda de plata en Cataluña, véase aquí.

El callejón sin salida del vellón barcelonés (s. XV)

La tendencia a rebajar la ley vellón, contenida en Barcelona con la creación del dinero de ternoy sus privilegios, se mantuvo, sin embargo, en la mayor parte de países europeos y la moneda de vellón, a pesar de tener un área de circulación restringida, no dejó de invadir los países vecinos. El Principado de Cataluña no pudo evitar su entrada, favorecida también por la especulación. El resultado fué una evaluación global del dinero de vellón que recibieron una tasación baja en el mercado. En estas condiciones las emisiones de terno se hicieron inviables por poco rentables y cesaron con Pere III (1381). Pero el cese de las acuñaciones agravó el problema, ya que las viejas piezas de terno perdían, progresivamente, valor por desgaste. Por otra parte, en otros países de la corona catalanoaragonesa los soberanos, menos ligados por compromisos contraídos, hay acuñaron además baja ley, adaptándose a las condiciones del mercado. Así, el dinero sardo , creado en 1325 era de buena ley pero más débil de peso, por lo que el croata sardo equivalía a 18 dinero. Con Martín el Humano, el dinero mallorquín pasó a una ley de 1 1 / 2 dinero y las emisiones de Alfonso el Magnánimo de Perpiñán y Valencia fueron hechas a dos dinero de ley. Era difícil de evitar la entrada de este numerario interior. La contaminación y el desgaste del dinero de terno condujo a evaluaciones del croata a 18 dinero circulante a fin de compensar las pérdidas de valor intrínseco del dinero. Con el afán de mantener invariado el dinero de terno uno se vio obligado a batir divisores del croata inferiores a los que se habían batido hasta entonces: con Alfonso IV aparecieron tercios y sextos de croata. Había una reforma de la moneda, pero el problema surgía con las rentas y censos antiguos, que se veían mermados si se aplicaba otra equivalencia a las monedas. Esta fue una de las razones de los enfrentamientos entre la Busca y la Biga el s. XV. El callejón sin salida del vellón Barcelonés fue roto en 1493 por Fernando II, el cual, prescindiendo de los privilegios del terno mandó que se batiera dinero a ley de 1 1 / 2 dinero, todo nivelando la nueva emisión con las evaluaciones del mercado que tasaban el croata en 24 dineros.

La moneda local

Al final del siglo XIII los siempre endeudados condes de Urgell de la casa de Cabrera hicieron algunas concesiones monetarias de carácter local a fin de premiar ayudas pecuniarios recibidos. Ellos y más tarde el conde Alfonso (futuro Alfonso III) hicieron una serie de concesiones para batir pugeses (pugesa), cuartos de dinero, a personajes de Balaguer, Almenar, Puentes, Agramunt, etc. La moneda local tuvo un ámbito de circulación reducido y tuvo que ser asegurada, es decir que se debía depositar el importe de la emisión en moneda de curso general a fin de garantizar su reembolso. La necesidad de emitir moneda menuda de valor inferior al dinero fue acuciante, por otra parte, en áreas económicamente deprimidas. El cese de las emisiones de vellón en Barcelona favoreció la proliferación de las emisiones locales. Con Fernando II se inició otra serie de concesiones a varias poblaciones catalanas para batir dinero de cobre, concesiones que se hicieron aún más abundantes en tiempos de los primeros Austria hasta llegar a crear un circulante paralelo que escapó a menudo de las áreas de circulación marcada. Barcelona combatió como pudo esta invasión de numerario. Aunque su capacidad de control había resultado mermada tras la guerra de Juan II la ciudad se esforzó en velar por el cumplimiento de los acuerdos sobre cantidades a acuñar (logrando, por ejemplo de detener las emisiones de Banyoles o bien de batir a Barcelona los pequeños gerundenses). La ciudad produjo una emisión moderada y mantuvo la mezcla de plata en el farol y dinero de Barcelona cuando la mayor parte de las emisiones locales eran de cobre puro. concesiones que se hicieron aún más abundantes en tiempos de los primeros Austria hasta llegar a crear un circulante paralelo que escapó a menudo de las áreas de circulación marcada. Barcelona combatió como pudo esta invasión de numerario. Aunque su capacidad de control había resultado mermada tras la guerra de Juan II la ciudad se esforzó en velar por el cumplimiento de los acuerdos sobre cantidades a acuñar (logrando, por ejemplo de detener las emisiones de Banyoles o bien de batir a Barcelona los pequeños gerundenses). La ciudad produjo una emisión moderada y mantuvo la mezcla de plata en el farol y dinero de Barcelona cuando la mayor parte de las emisiones locales eran de cobre puro.

Del florín al ducado de oro

A lo largo del siglo XV el florín de Florencia perdió posiciones en el mercado internacional en beneficio del ducado veneciano que era el que obtenía el más alto for. Paralelamente el cruzado portugués batido con el oro obtenido con las expediciones africanas competía con aquella divisa.

En Cataluña, Pere IV innovó el 1465 el pacífico de oro, moneda que, con una ley intermedia entre el florín y el ducado (20 quilates), aparecía con una estampa muy parecido al cruzadoportuguès. El pacífic fou ben apreciat i això mostra que hom podia assajar un tipus auri d’alta llei. L’oponent de Pere IV, Joan II, tot copiant els tipus del pacífic, féu batre ducats d’or (ducat joaní) a Saragossa i a València. El ducat fou reprès per Ferran II, el qual, malgrat haver batut inicialment florins a València, aviat generalitzà l’encunyació de ducats a tots els seus reialmes de la corona catalanoaragonesa. El ducat, que fou anomenat principat en la seva emissió barcelonina, era anivellat de valor amb el ducat venecià. D’alta llei (23,75 quirats), la seva estampa varià, però, d’un país a l’altre, i es generalitzà la multiplicitat d’estampes a l’argent i a l’or, sobre la base d’un mateix valor. Amb Joan II i Ferran II, Aragó sortí finalment del seu aïllament monetari i abandonà l’exclusivitat del diner de billó per a encunyar rals d’argent i ducats d’or. L’any 1479 Ferran II introduí el ducat a Castella, on la moneda d’or encara era ancorada en els patrons metrològics àrabs, cosa que li conferia una baixa valoració al mercat, malgrat la bona llei que tenia. La reforma del 1497 introduïa a Castella les concepcions monetàries dels catalans, tot adoptant les monedes comercials europees de més prestigi i acceptació.

El treinta y el undécimo de oro

Mientras en Cataluña se establecía finalmente el escudo , los países Bajos el doble ducado castellano de los Reyes Católicos tomó altas cotizaciones y fue imitado. El 1614 entraron en el Principado grandes cantidades de estas piezas de imitación, pero cortas de peso o recortes, que los síndicos barceloneses proyectaron de refundir para hacer divisores. El 1618 la Tabla de Cambio de Barcelona se vio obligada a poner en circulación un antiguo fondo de dobles ducados castellanos de los Reyes Católicos (doblones de dos caras) debido a una momentánea penuria de moneda. Estas piezas bien evaluadas al alto for de 35 reales la pieza. Reajustando su curso a 33 reales, Barcelona se lanzó entonces a acuñar de nuevo dobles ducados y ducados, monedas que tomaron el nombre treintañerosy MiGs treintañeros para la equivalencia del doble ducado o treinta con 33 reales. Estas piezas, que pretendían beneficiarse de la fama de la excelente o doble ducado castellano tuvieran la misma tipología que su modelo y, poco a poco fueron incorporando elementos distintivos del taller barcelonés: una B a partir de 1626 y las armas de Barcelona en 1640. También se acuñó una pieza menor: el undécimo o tercio de treinta (que valía once reales) de tipología, pero, catalana. Esta reanudación del ducado se mantuvo hasta los primeros años de la guerra de Separación; en 1641 se batió todavía treintañeros, medios y undécimos en Barcelona.

Múltiples de plata catalanes en la guerra de Separación

Sobre la cuestión de la moneda de plata en Cataluña, véase aquí.

Últimas emisiones catalanas. Las peceta carolinas

Escudos, croatas, artimañas y pequeños fueron batidos en los talleres catalanes hasta el tiempo de Carlos II, con la característica tendencia a la baja que llevó el croata catalán a 2,5 gramos. En Valencia, donde se había mantenido el real dicho decimoctavo (por su equivalencia a 18 dinero) se ensayó introducir el molinillo a fin de combatir el recorte de las piezas de plata, pero la medida no tuvo éxito y el decimoctavo volvió a ser batido en martillo.

El advenimiento de Felipe IV en 1700 no modificó el sistema monetario y se batió croatas tradicionales a su nombre en Barcelona en 1705. Durante la guerra de Sucesión (1705-14), la mayor parte de los talleres monetarios tradicionales (y alguno local, como el de Reus) batieron moneda y fueron las últimas emisiones propiamente catalanas; en 1707 se batió los últimos cruzados barceloneses y los últimos decimoctavos valencianos. A partir de 1708 fueron batidas en Barcelona piezas de dos reales castellanos, llamadas peceta (peceta) o, más concretamente peceta carolinas haciendo referencia al archiduque Carlos. Esta denominación popular catalana fue la que acabó imponiéndose en 1868 para designar la unidad monetaria del estado. Después de la guerra de Sucesión, aunque se hizo algunas emisiones esporádicas en Aragón (hasta en 1719 se hay batió dinerillo) y en Mallorca, donde fue cambiada la heráldica del reino por la castellana (tresillos y dinero de cobre y piezas de escudo batidos hasta el 1724, algunos a nombre de Luis I). También de 1709 al 1713 se batió en Valencia piezas múltiples del dinero (sisones y tresillos de cobre) a fin de facilitar la retirada del viejo numerario. De hecho, sin embargo, la moneda privativa catalana fue abolida por el decreto de Nueva Planta y los talleres monetarios pronto fueron definitivamente cerrados. Como unidad de cuenta, sin embargo, el sistema catalán persistió hasta bien entrado el siglo XIX.

Acuñaciones esporádicas posteriores en 1714

Con motivo de las proclamaciones reales o por causa de guerras u otras emergencias aunque fueron batidas monedas especiales que, si bien adaptadas al sistema metrológico castellano presentan con frecuencia signos evidentes de catalanidad. Así, en las medallas moneda de proclamación reaparece la heráldica de los reinos y en las mallorquinas, el título de rey de Mallorca y el ordinal propio de la corona catalanoaragonesa. Durante la guerra de la Independencia (1808-18), fue establecido por los ocupantes franceses un taller monetario en Barcelona, ​​mientras que paralelamente, la Junta Superior de Cataluña, adicta a Fernando VII improvisaba una seca en Reus. El taller de Barcelona batió monedas especiales de oro y plata con la heráldica de Barcelona y basadas en la peseta: veinte pesetas de oro y 5, 2,5 y 1 peseta de plata y el cobre en piezas de 4,2, 1 y 1/2 cuarto,chavos (por ochavo). El taller de Reus batió onzas de oro y duros de plata, con sus divisores, de tipo castellano, pero el cobre se hizo en piezas de 6, 3, 2, 1’5, 1 y 1/2 cuarto con título y la heráldica del Principado de Cataluña. El taller de Reus, presionado por las tropas francesas tuvo que trasladarse a Tarragona y más tarde en Mallorca donde batió, además del numerario para Cataluña, las piezas mallorquinas de 12 dinero. Durante los sitios se haga emisiones especiales de 5 pesetas en Girona, en Lleida, en Tarragona, en Tortosa y en Mallorca. Como hecho único, la pieza de Girona lleva estampada la denominación popular de duro. El año 1823 se hizo emisiones de cinco pesetas en Mallorca, de 4 reales en Valencia y de 6 y 3 cuartos a nombre de la provincia de Barcelona en el taller barcelonés. Debido a las guerras carlistas se batió de nuevo en Barcelona pesetas de plata y piezas de cobre de seis y tres cuartos, que mencionaban el de Cataluña y llevaban las armas catalanas, a nombre de Isabel II, mientras que el pretendiente Carlos V hacía batir pesetas, medias pesetas de plata y seis cuartos de cobre en Berga. Hasta 1868 el taller de Barcelona batió, además, moneda de oro y de plata, de curso general en el estado. En 1873 se hizo en Bruselas piezas de cinco y diez céntimos de cobre para Andorra, si bien parece que no llegaron a circular. En el año 1936 la Generalidad de Cataluña emitió billetes con los valores de 10,5 y 2,5 pesetas para subvenir a la falta de moneda divisionaria. Los ayuntamientos también hicieron papel moneda cubriendo generalmente los valores de 5 céntimos hasta la peseta tanto en Cataluña como en Valencia. Otros ayuntamientos hicieron monedas con materiales diversos. Así, Olot hizo piezas de hierro, falsete de celuloide, Ivars de Urgell de madera, la Ametlla del Vallès de aluminio, etc. En Menorca se hizo una acuñación para toda la isla con los valores de 2,5 y 1 peseta y 25,10 y 5 céntimos. Las emisiones locales y las de la Generalidad de Cataluña fueron prohibidas por el gobierno de la República y retiradas de circulación a lo largo del año 1938. Finalmente, en 1957, motivo de la Exposición Ibero-americana de Numismática y Medallística , fueron batidas en Barcelona monedas de 50, 25 y 5 pesetas del tipo general en el estado, pero con la marca BA.

Autor: Cat

Moneda Manipulada: Antecedentes Histórico-Legislativos

Está disponible toda la legislación promulgada en España, en su texto original, en la recopilación legislativa histórica de la plataforma sobre leyes españolas.

Moneda en la Legislación Histórica de España

Para una aproximación histórica, y en relación con Hacienda en la legislación histórica, véase también las entradas publicadas sobre Moneda en esta enciclopedia jurídica española.

Contexto histórico de Moneda Manipulada

Véase información, asimismo, sobre la evolución de la legislación y las iniciativas regulatorias que han afectado a Moneda Manipulada a lo largo de la historia española.
Moneda Manipulada

Recursos

Bibliografía

Véase También

  • Hacienda
  • Moneda

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