Orígenes de la Corona de Aragón

Orígenes de la Corona Catalano-Aragonesa o de Aragón en España en España

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Orígenes de la corona

Fue originada por la unión dinástica de Cataluña y de Aragón llevada a cabo en 1137 con la donación, por parte de Ramiro II de Aragón, del reino de Aragón, del condado de Ribagorza y del reino de Zaragoza (este, bajo la alta señoría del rey de Castilla) al conde Ramon Berenguer IV de Barcelona, conde de Osona, Girona, Cerdaña y Besalú, mediante el compromiso de matrimonio del conde con su hija y heredera Petronila (cumplido en 1150).

Ramon Berenguer renunció a titularse como rey -sólo Peronella se tituló reina de Aragón – y tomó el nombre de príncipe y «dominador» de Aragón. Pero a partir de su hijo y sucesor (1162), Alfonso I de Aragón, los soberanos de la nueva monarquía se convirtieron reyes tanto para los aragoneses como para los catalanes, a pesar de ser el título histórico como soberanos de Cataluña el de condes de Barcelona.

El título de «conde-rey» ha sido dado por la historiografía moderna; en la época, los soberanos recibían, como simplificación, el título de «rey de Aragón» (aunque en la numeración no tuvieran en cuenta los reyes aragoneses anteriores a la unión). La inclusión de las diócesis aragonesas y navarras a la renovada provincia tarraconense por el papa Anastasio IV en 1154 dio un apoyo a la monarquía dual de Ramon Berenguer IV, el cual, sin embargo, no logró restablecer el dominio sobre la parte de Navarra que tuvieran los reyes de Aragón entre el 1076 y el 1131.

La incorporación de los territorios de Tortosa (1148) y de Lleida (1149), reconquistados a los musulmanes, no fue hecha por el momento ni a través del condado de Barcelona ni del reino de Aragón , sino como marcas o principados de la monarquía con gobiernos municipales relativamente autónomos. Poco a poco, sin embargo, se fueron unificando los diversos territorios hasta formar las dos grandes unidades de Aragón y de Cataluña, hecho facilitado, en Aragón, por la desaparición, el 1.177, de la alta soberanía de los reyes de Castilla sobre Zaragoza y, en Cataluña, por la incorporación en el condado de Barcelona de los condados de Rosellón (1172) y de Pallars (1192) -por otra parte, ya vasallos suyos, al igual que los de Ampurias, Urgell, Pallars Sobirà (unidos a lo largo de la edad media) y otros de la antigua Septimània- y por la fijación como límites de la aplicación de las constituciones de paz y tregua, el 1173, del territorio comprendido desde Salses en Lleida y Tortosa con sus términos.

Ya desde el siglo XII la antigua curia condal se diversificó en una curia real aragonesa y una curia real catalana, origen de las futuras cortes. Paralelamente, Ramon Berenguer IV, Alfonso I y Pedro I llevaron a cabo una política de expansión hacia Occitania, aprovechando los vínculos feudales y familiares de los reyes de Aragón y de los condes de Barcelona antecesores, renovando la soberanía aragonesa sobre el vizcondado de Bearn y la barcelonesa sobre el condado de Carcasona-Rasès y los vescomtats de Béziers y de Narbona, afianzando el dominio sobre el condado de Provenza y los vizcondados anexos del Carladès, Gavaldà y Millau y extendiendo la influencia sobre otros territorios (condados de Comenge, de Toulouse).

Con la derrota y la muerte de Pedro I en Muret (1213), esta expansión se vio contenida, en el Languedoc, por los avances franceses (retroceso que afectó a territorios de los condados catalanes como el Perapertusès, en 1240, o la Fenolleda) y, en Provenza , por el matrimonio de Beatriz de Provenza con Carlos de Anjou (1246).

Como compensación, a partir de la segunda década del siglo XIII, los dominios de la monarquía, de acuerdo con los intereses de la nobleza feudal de ambos países y de la burguesía mercantil catalana, se ampliaron extraordináriament a costa de los países islámicos: conquistas de Teruel y de Albarrasí (1170), de Mallorca (1228-32) y de Ibiza (1235), sumisión de Menorca (1232), conquista del Reino de Valencia (1232-45) hasta el puerto de Biar, límite meridional pactado con Castilla en el tratado de Almirra (1244).

Los reinos de Mallorca (1230) y de Valencia (1240) fueron organizados ya desde la misma conquista como entidades políticas autónomas, especialmente el de Valencia, que tenía cortes propias. Jaume I, además, consiguió la plena soberanía sobre los territorios antiguos de la monarquía. Efectivamente, en 1258, por el tratado de Corbeil, obtuvo de Luis IX de Francia, a cambio de renunciar a su favor la soberanía de Fenollet-Perapertusa y de los territorios que este ya dominaba en Occitania, su renuncia sobre la soberanía de los condados catalanes que los reyes de Francia conservaban en derecho formalmente desde la época carolingia; además, el rey catalán vio confirmada la posesión de Montpellier y de los vizcandados de Carladès y Omelades y conservó la soberanía sobre el vizcondado de Bearn (que se desvaneció antes del fin del siglo XIII), y renunció, aparte, a los derechos sobre Provenza con motivo de la boda de su hija Isabel con el futuro Felipe III de Francia. Además, en 1274 Jaime I se deshizo del vasallaje a la Santa Sede sobre el reino de Aragón con la negativa de ser coronado al concilio de Lyon por Gregorio X. Sin embargo, con un concepto patrimonial de sus reinos, este rey los repartió varias veces entre sus hijos desde 1242; en 1262 en hizo el reparto definitivo: el reino de Mallorca, los condados de Rosellón y de Cerdaña y Montpellier, en Santiago; el resto de Cataluña y los reinos de Aragón y de Valencia, a Pedro.

A la muerte de Jaime I (1276), Pedro II de Aragón exigió de Jaime II de Mallorca que se reconociera vasallo suyo, lo que éste hizo en 1278, al tiempo que obligaba a hacer observar en los condados de Rosellón y de Cerdaña las leyes de Cataluña. Pere II continuó la expansión mediterránea aceptando la corona que le fue ofrecida por el parlamento siciliano reunido en Palermo en 1282, al inicio del movimiento de las Vísperas Sicilianas, expulsando a los angevins de Sicilia, ocupando las islas de Pantelleria, de Malta y de Gozo (1283) y desembarcando en Calabria (1283); en 1283-86 Roger de Lauria ocupó las islas de Yerba y los Quèrquens y se estableció como dominio propio bajo la soberanía del rey catalán, lo que facilitó la proyección hacia el Norte de África.

A la muerte de Pedro II (1285), fracasada la cruzada contra Cataluña, Mallorca e Ibiza fueron ocupadas por Alfonso II como castigo contra la actitud de Jaime II de Mallorca (que se quedó sólo con la parte continental del reino). Alfonso II se había convertido en el sucesor de los reinos patrimoniales de su padre, mientras que Sicilia correspondió al niño Jaume. El mismo Alfonso II se comprometió a no separar Mallorca e Ibiza de los otros reinos de la monarquía (1286) y expulsó a los musulmanes de Menorca (1287). En 1289 convocó en Monzón las primeras cortes generales de los reinos, el conjunto de los que ya entonces era designado con los nombres de Corona Real, de Cetro Real o de Corona de Aragón y de Cataluña (y, como simplificación, a partir del siglo XIV, Corona de Aragón, reinos de Aragón , o, simplemente, Aragón). Los mallorquines asistieron con los catalanes del Principado. La unión de Mallorca en Cataluña fue ratificada en las cortes de Barcelona del 1291, pero con el tratado de Anagni (1295) Jaume II (convertido a la vez en rey de Aragón y de Sicilia) aceptó en entregar Mallorca e Ibiza, también incluida Menorca, al rey de Mallorca -que tuvo la obligación de asistir a las cortes del Principado hasta el 1321- y de restituir Sicilia al papa en cambio del ofrecimiento de la investidura de Cerdeña y Córcega (hecha en 1297), islas pertenecientes a la Santa Sede, ocupadas por los pisanos y los genoveses.

En el convenio de Argelès (1298), el Valle de Aran, ocupada por Francia desde las Vísperas Sicilianas, fue colocada temporalmente (hasta el 1313) bajo la administración mallorquina. Los sicilianos, que no admitieron el tratado de Anagni, proclamaron rey el hermano de Jaime II, Federico (1296). A pesar de la oposición de todas las partes interesadas, incluso de Jaume II, la paz de Caltabellota confirmó, mientras viviera, la soberanía de la isla a Federico, con el título de rey de Trinacria. Su hijo Pedro, sin embargo, fue proclamado sucesor, y Sicilia (junto con Gerba y con los ducados de Atenas y de Neopatria, puestos bajo la soberanía de sus reyes en 1309, en 1311 y el 1319, respectivamente) quedó vinculada al casal de Barcelona, cuya rama principal era reconocida, de derecho y de hecho, como preeminente, tanto para la rama siciliana como por la rama mallorquina.

La necesidad de la unión de las tres dinastías fue expresada por Ramon Muntaner en el famoso «eximpli de la mata del jonc». Otro miembro de la casa de Barcelona, ​​el infante Fernando de Mallorca, consiguió dominar (1315-16) el principado de Morea, y años más tarde hizo proclamar soberano a su hijo, el rey Jaime III de Mallorca. Resueltas por Jaume II las reclamaciones aragonesas sobre el territorio catalán con el establecimiento de la frontera en la clamor de Almacelles (1305) y con la creación (1322) de un régimen jurídico mixto catalán y aragonés para el condado de Ribagorza, y atribuida a su soberanía por la sentencia arbitral de Torrellas (1305) una parte del reino de Murcia (Orihuela, Alicante, Elche), ocupado por sus fuerzas (1296) durante la guerra civil castellana (parte que anexó al Reino de Valencia), los reinos que constituían la corona catalano- aragonesa propiamente dicha consiguieron una constitución jurídica estable,
con organizaciones peculiares en cada uno de ellos (aunque paralelas), con cortes, leyes, monedas y funcionarios separados, unidos sólo por la persona del monarca, ayudado por un consejo real, un procurador general (después llamado gobernador general) y, en caso de ausencia, por un lugarteniente general.

Para evitar el divisionismo hereditario practicado por sus antecesores, en 1319 Jaime II dispuso que Cataluña y los reinos de Aragón y de Valencia no pudieran nunca más separarse entre ellos y autorizó a sus súbditos a alzarse contra el rey que no lo cumpliera, disposición repetida por Pedro III en 1344 con la adición del reino de Mallorca, que acababa de ocupar y del que se había hecho coronar rey en 1343. Jaime III de Mallorca reservó el señorío de Montpellier (que este vendió al rey de Francia en 1347) y los vizcondados de calada y de Omelades, los tres territorios ocupados por Francia el 1340.

La creación, en 1346, del florín de oro, primer signo monetario común a toda la corona catalano-aragonesa, y la reorganización de la administración real (cancillería, audiencia) durante su reinado, señalaron el momento de máxima cohesión de los territorios de la corona, que fueron denominados reinos «deçà mar».

La ocupación de Córcega y de Cerdeña, aplazada desde el comienzo del siglo XIV, fue llevada a cabo en 1323 por el primogénito Alfonso; en 1324 cayeron Iglesias y Cagliari, y en 1330 fue iniciada la colonización catalana y una organización política paralela a la de los otros reinos (en 1355 estuvieron reunidas las primeras cortes); el dominio sobre Córcega, en poder de los genoveses, no fue nunca mucho más que nominal. La soberanía de los ducados de Atenas y de Neopatria había sido asumida por Pedro III de Aragón en 1380; pronto, sin embargo (Atenas 1388 y Neopatria en 1390), fueron tomadas por los venecianos. No obstante, esta soberanía fue entregada de nuevo en 1392 al rey de Sicilia, quien reconquistó Livadia el mismo año, puerto que cayó en manos de los turcos en 1394 junto con el condado catalán de Salona. Después de esto sólo quedaron bajo soberanía catalana, en Grecia, la isla de Egina (hasta el 1418) y Piada (hasta el 1460). A la muerte de Martín el Joven (1409), que se había casado en 1392 con la reina María de Sicilia, la corona siciliana (sin el dominio sobre Gerba y los Quèrquens, islas perdidas el 1335, sin embargo) pasó al su padre, Martín I de Aragón, jefe de la línea principal de la casa de Barcelona.

Nacimiento de la corona de Aragon (Historia)

El punto de partida de la formación de la Corona de Aragón fue la unión, en 1137, del reino de Aragón y del condado de Barcelona, gracias al matrimonio de Petronila y Ramón Berenguer IV, titulares respectivamente del primero y del segundo de los entes políticos citados. La soberanía conjunta sobre los territorios de Aragón y Cataluña la ejerció el hijo de ambos, Alfonso II, pero manteniendo cada entidad sus normas jurídicas y sus instituciones políticas, es decir, preservando su independencia. Posteriormente, se fueron sumando a la Corona de Aragón otros muchos territorios: los ganados a los musulmanes de al-Andalus, como Valencia y Mallorca; las islas del Mediterráneo incorporadas, tales como Sicilia o Cerdeña; incluso territorios situados en el Mediterráneo oriental, como los ducados de Atenas y Neopatria. Bien es verdad que algunas de esas zonas sólo formaron parte de la Corona de Aragón con carácter temporal.

Inicialmente, la proyección de la Corona de Aragón se efectuó en dos direcciones: hacia el sur, frente a los musulmanes, y hacia el norte, en Occitania (las regiones del actual sur de Francia, limítrofes con Cataluña). Pero la derrota y muerte de Pedro II en la batalla de Muret (1213), ante los cruzados franceses que dirigía Simón IV, señor de Montfort, arrumbaron la expansión occitana de la Corona de Aragón. El Tratado de Corbeil, firmado en 1258 por Jaime I el Conquistador y el rey de Francia Luis IX, sancionó jurídicamente el dominio francés sobre el territorio de Occitania. En cambio, la proyección de la Corona de Aragón hacia las tierras de al-Andalus que se les había asignado en los tratados de reparto firmados con Castilla (como el de Cazorla, de 1179, o el de Almizra, de 1244) constituyó un rotundo éxito. Jaime el Conquistador protagonizó la conquista de Mallorca y de otras islas del archipiélago balear, así como del reino de Valencia. En el caso de las islas Baleares, la iniciativa y la posterior actividad repobladora recayeron básicamente en los catalanes. Pero la ocupación y repoblación del reino de Valencia fue una tarea conjunta de aragoneses y catalanes. También intervino Jaime I en el reino de Murcia, territorio finalmente incorporado a Castilla, aunque nunca dejaran los monarcas aragoneses de reclamar su soberanía. En cualquier caso, la Reconquista había concluido para la Corona de Aragón. [1]

Consideraciones Jurídicas y/o Políticas

Recursos

Notas y Referencias

  1. Información sobre corona de aragón nacimiento de la corona de aragon de la Enciclopedia Encarta

Véase También

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