Partidos Políticos

Partidos Políticos en España en España

Aquí se ofrecen, respecto al derecho español, referencias cruzadas, comentarios y análisis sobre Partidos Políticos. [aioseo_breadcrumbs][rtbs name=»derecho-home»]

Partidos nacionales

La escena política española es a la vez simple y compleja. La simplicidad se basa en el hecho de que, desde el inicio de las elecciones democráticas en 1977, la política nacional ha estado dominada por un pequeño número de partidos. Desde 1977 hasta 1982, España estaba gobernada por la Unión del Centro Democrático (Unión de Centro Democrático; UCD), y el principal partido de oposición era el Partido Socialista Obrero Español (Partido Socialista Obrero Español, PSOE). Los únicos otros partidos nacionales importantes fueron la Alianza Popular de derecha (Alianza Popular; AP) y el Partido Comunista Español (Partido Comunista de España; PCE).

En 1982, el PSOE llegó al poder y gobernó hasta 1996. Posteriormente, la UCD se dividió en varios partidos más pequeños y fue reemplazada como la principal fuerza de oposición por el Partido Popular (Partido Popular, PP), que en 1989 se convirtió en el sucesor de la AP. . Después de que le fue mal en las elecciones nacionales de 1982, el PCE se convirtió en uno de los miembros fundadores de la coalición Izquierda Unida (Izquierda Unida; IU) en 1986.

El PP ganó una pluralidad en las elecciones de 1996 y formó un gobierno con el apoyo de los partidos nacionalistas vascos y catalanes. El PSOE asumió el liderazgo de la oposición. Para el año 2000, el PP controlaba la mayoría de los gobiernos provinciales y autónomos, y en ese año consolidó su posición al ganar la mayoría absoluta en las Cortes. Sin embargo, en marzo de 2004, luego de una serie de atentados terroristas en Madrid, originalmente atribuidos por el gobierno al grupo separatista vasco ETA pero posteriormente vinculados a militantes islámicos, el PSOE expulsó al PP del gobierno nacional. En 2008, el gobierno del PSOE ganó un segundo mandato, pero la crisis económica que comenzó a tener efectos en la economía española en 2009 demostró ser la perdición del partido. En medio de la insatisfacción generalizada de los votantes, el Primer Ministro del PSOE, José Zapatero, adelantó la fecha de las elecciones generales programadas de 2012 a noviembre de 2011 y, en ese caso, el PP obtuvo una victoria convincente. No fue hasta el 2019 que el PSOE volvió a ganar, esta vez mayoritariamente, y tras mantenerse un año como Gobierno tras ganar una moción de censura. Los resultados del año 2019 volvierona a arrojar cierto bipartidismo en el sistema española, por oposición a los resultados de las previas elecciones, en que algunos nuevos partidos (Podemos y Ciudadanos) disputaron el liderazgo a los dos grandes partidos tradicionales. En las elecciones andaluzas previas un nuevo partido de extrema derecha, Vox, da una sorpresa por el número de votos conseguido, pero en las elecciones de 2019 aparecen sólo como un partido marginal, a diferencia del partido de Salvini en Italia ese mismo año.

Partidos regionales

También hay partidos que existen solo a nivel regional, con al menos uno en cada una de las 17 comunidades autónomas. De estos, los dos más importantes son Convergencia y Unión (Convergència i Unió; CiU), una coalición de partidos liberales y demócratas cristianos en Cataluña, y el Partido Nacionalista Vasco (País Vasco: Euzko Alderdi Jeltzalea [EAJ]; español: Partido Nacionalista Vasco [PNV]), comúnmente denominado EAJ-PNV, que propugna una ideología nacionalista cristiana moderada tradicionalmente arraigada. El CiU ha gobernado Cataluña durante la mayor parte del período desde 1979. El EAJ-PNV ha liderado el gobierno regional del País Vasco desde su fundación en 1980 (por decisión propia o en coalición), y ha ganado varios de los Asientos de la región en el Congreso de los Diputados y el Senado. Otros partidos regionales incluyen la Coalición de las Islas Canarias (Coalición Canaria; CC), con una ideología de centro-derecha; el Bloque Nacionalista de Galicia (Bloque Nacionalista Galego; BNG), un grupo de izquierda; Solidaridad Vasca (Eusko Alkartasuna; EA), un partido de izquierda compuesto por ex miembros de EAJ; la Izquierda Republicana de Cataluña (Esquerra Republicana de Catalunya; ERC), que aboga por la independencia de Cataluña; y la Unión Valenciana (Unió Valenciana; UV), un partido nacionalista de centro derecha.

Partidos menores

La complejidad de la vida política española desde la transición a la democracia reside en la existencia de un gran número de partidos políticos minoritarios. A principios del siglo XXI había varios partidos menores que operaban a nivel nacional: el Partido Verde Español (Partido Verde Español; PVE), el Partido Liberal (Partido Liberal; PL) y el Partido de los Trabajadores Españoles-Unidad Comunista (Partido de los Trabajadores de España – Unidad Comunista; PTE-UC).

Una característica interesante de la política española es que el derecho autoritario o no democrático ha permanecido casi totalmente insignificante. Durante el último cuarto del siglo XX, ningún grupo político que afirme ser el heredero del franquismo ha ganado más del 1 por ciento de los votos en una elección nacional.

Autor: Black

Partidos Políticos en el Derecho Constitucional español

En el Diccionario Jurídico Espasa (2001), Partidos Políticos es descrito de la siguiente forma: En ausencia de una definición legal debe manejarse, en nuestro ordenamiento, una concepción formal del partido: son las asociaciones inscritas como tales en el registro especial existente en el Ministerio del Interior (Ley 54/1978, de 4 de diciembre). Puede reconocerse la existencia de partidos no inscritos, pero éstos no pueden acogerse al régimen jurídico especial de los anteriores.

En las democracias pluralistas, los partidos son resultado del libre ejercicio del derecho de asociación; nada tiene que ver con los anteriores el partido único de los sistemas totalitarios que aparece incorporado al aparato estatal. La ciencia política ofrece numerosas definiciones del partido en los sistemas democráticos; en ellas se subraya que el partido es portador de una ideología (o de un programa) global, no sectorial, que abarca todos los aspectos relevantes de la vida social. Por otro lado, caracteriza al partido el propósito de alcanzar el poder, ya en solitario, ya junto con otros.

El fenómeno del partido se consolida cuando, como consecuencia, entre otros factores, de la extensión del sufragio, deben hacerse estables las organizaciones electorales de apoyo a los candidatos y permanentes sus relaciones de unión con las agrupaciones ideológicas parlamentarias. El Estado liberal contempló inicialmente con hostilidad este fenómeno, que pasó luego a ignorar, para concluir legalizándolo y aun incorporándolo a su funcionamiento (TRIEPEL).

Naturaleza de los Partidos Políticos

La naturaleza jurídica del partido es una cuestión de derecho positivo; se habla en ocasiones del mismo como órgano del pueblo, en el mismo sentido en que lo es el cuerpo electoral. En nuestro ordenamiento es claro que no son órganos del Estado (Sentencia del Tribunal Constitucional 10/1983, de 21 de febrero, fundamento jurídico tercero), pero el artículo 6.º de la Constitución constituye un testimonio de la relevancia esencial que el constituyente les presta: expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos. Nuestro ordenamiento les reconoce importantes atribuciones en materia electoral, no sólo en la presentación de candidaturas, sino en el desarrollo de la campaña electoral que (por intermedio, en su caso, de las candidaturas) facilitan los poderes públicos, poniendo a su disposición medios de esa naturaleza. El Estado financia, además, las actividades de los partidos en función de los resultados electorales que obtienen o por intermedio de los grupos parlamentarios. La conexión entre estos últimos y los partidos también es clara, cuando se permite formar un grupo a un número de parlamentarios inferior al normalmente requerido si pertenecen a una misma formación política que obtuvo determinados resultados electorales mínimos; a la inversa, rige en esta materia la regla según la cual quienes concurrieron bajo las siglas de un mismo partido a las elecciones han de integrarse en el mismo grupo.

Derechos de sus Miembros

Por último, los miembros del partido tienen derecho a ser electores y elegibles para todos sus cargos, a estar informados sobre sus actividades y situación económica y a concurrir a formar sus órganos directores mediante sufragio libre y secreto (aunque no necesariamente directo) (art. 4.2 de la Ley 54/1978).

Debe advertirse, en fin, que la prohibición del mandato imperativo (art. 67.2 de la Constitución) impide a los partidos invadir la autonomía propia de los órganos parlamentarios, no obstante protagonizar en la práctica la vida de los anteriores. En la sentencia antes citada ha señalado el Tribunal Constitucional que la investidura popular recae sobre los candidatos, no sobre los partidos que los presentan y que los últimos no pueden privar a los electos de su mandato. [J.B.I.]

Historia de los Partidos Políticos: el Partido Progresista

Nombre que adoptó la corriente política liberal exaltado durante las cortes de 1836-37, después de que los hechos de La Granja (12 de agosto de 1836) obligaran la reina regente María Cristina a nombrar un gobierno liberal radical.

Partidario del poder soberano de la nación, este partido pretendió la configuración de una monarquía constitucional (constitución de junio de 1837) y una cierta modernización económica del país (especialmente a través de la desamortización), que permitiera efectivamente acabar con la guerra civil y con la situación de continua bancarrota financiera del estado. Sin embargo, su base social heterogénea y la falta tanto de una organización interna como de un programa claro, favorecieron su casi constante alejamiento del poder y, más en especial, la escisión del ala izquierdista (véase el Partido Democrático).

Tuvo que recurrir a fines militares (en especial a Espartero) y al derecho de rebelión (justificación de la legitimidad de la revuelta, al no tener medios legales de acceso al poder) para gobernar en 1840-43 y en 1854-56. Posteriormente, fracasada la política de retraimiento parlamentario impuesta por Salustiano Olózaga con la esperanza de conseguir el fraccionamiento de la mayoría gubernamental, volvió a la práctica del pronunciamiento militar. El éxito de la Revolución de Septiembre, de 1868, llevó a Delgado al caudillaje, pero después de su muerte (diciembre de 1870) se produjo el definitivo desmembramiento del partido.

En Cataluña, su fuerza quedó muy debilitada al producirse la opción moderada de gran parte de la nueva burguesía industrial, que vio con espanto las «bullangas» que siguieron a los hechos de 1835. Asimismo, tras el bombardeo de Barcelona por orden de Espartero en noviembre de 1842, se produjo la rápida diferenciación de la corriente más radical del partido hacia el credo democrático. De hecho, no fue hasta 1854-56 que se produjo la aparición de personalidades políticas progresistas brillantes, en especial Laureano Figuerola, Joan Prim, Víctor Balaguer, Pascual Madoz, Cirilo Franquet, Ildefons Cerdà, etc. Como órganos de prensa más importantes cabe mencionar El Constitucional (1837, 1839-43, 1852-56), El Barcelonés (1846-56), de Manuel Saurí, El Catalán (fundado en 1848) y La Corona de Aragón (fundado en 1854), de Víctor Balaguer. En las Islas Baleares, el partido, encabezado por Josep Miquel Trias y Mariano de Quintana, parece que consiguió una fuerte incidencia en Palma, relacionado en especial con algunos intereses navales y comerciales.

Historia de los Partidos Políticos: el Partido Democrático

Grupo político formado como Partido Democrático-progresista en abril de 1849 en Madrid a partir del proyecto de programa que el ala izquierdista del partido progresista -los diputados José Ordax Avecilla, Nicolás María Rivero, Aniceto Puig y Manuel Aguilar- había presentado en diciembre de 1848.

Se pedía el pleno reconocimiento de los derechos y las libertades individuales, el sufragio universal, la completa desamortización civil, la abolición de las quintas, etc. Esta plataforma, junto con una política gubernamental muy represiva (de hecho estuvo siempre en la clandestinidad excepto en 1854-56), permitió al nuevo grupo ser el único y frágil apoyo de una amplia gama de tendencias políticas con progresistas, republicanos y elementos socializantes, coincidentes en la reivindicación de unas libertades democráticas mínimas. Su primer comité organizador fue impulsado sobre todo por Sixto Cámara y ya desde el principio se relacionó estrechamente con una sociedad secreta, Los Hijos del Pueblo, dirigida por Fernando Garrido.

Desarrolló una intensa actividad publicista con periódicos como La Asociación (Madrid, 1850), El Trabajador (Madrid, 1851-52) o La Actualidad (Barcelona, 1852-53). En Catalua, recogió a miembros de los núcleos cabetianos y republicanos (N. Monturiol, A. Terrades, F. de P. Coello, P. Montaldo, Ceferino Tresserra, JA Clavé, etc.). La elaboración de un cierto programa obrerista (Catecismo Democrático, 1852) les permitió influir en el movimiento obrero.

La participación del partido en la revolución de 1854 favorece un espectacular crecimiento. Tuvo en aquellas cortes unos ocho diputados de los Países Catalanes. Los principales periódicos fueron La Voz del Pueblo en Madrid y El Eco de la Actualidad en Mallorca. El retorno a la clandestinidad favoreció el dominio del sector más radical y las relaciones con las sociedades secretas. En 1857-58 Tresserra, Cervera y otros crearon la sociedad carbono El falansterio (véase carbonarismo o carboneria, sociedad secreta fundada en Nápoles durante los primeros años del siglo XIX), que se impuso en la dirección del partido.

El fracaso de la vía revolucionaria (intentos de Sixto Cámara en 1859 y de Pérez del Alamo en 1861) determinó el debate de los siguientes puntos: alianza con la izquierda del progresismo, profesión explícita de republicanismo -incontestada desde el 1858-, federalismo o unitarismo y contenido económico del programa. La necesidad de dar al partido un carácter diferenciado en este último punto produjo el ascenso de Pi y Margall, quien, después de haber favorecido en 1860 un entendimiento momentánea ante la división provocada por la polémica entre Orense y Garrido (la «Declaración de los Treinta»), se hizo cargo de la dirección, en 1864, de «La Discusión» (Madrid, 1856-66). Intentó recoger la tradición socializante del partido, defendió la intervención del estado en la vida económica y, atacando la alianza con los progresistas, afirmó un contenido republicano-federal.

Por el contrario, Castelar y «La Democracia» (Madrid, 1863-66) defendieron el «individualismo» con una concepción liberal del papel del estado en el mundo económico y preconizaron el entendimiento con el progresismo. Ante esta división, en Cataluña, Robert Robert y Ceferino Tresserra buscaron sin mucho éxito una conciliación y los cooperativistas Roca y Galés se alinearon con los individualistas; «socialistas» fueron, en cambio, Antoni Gusart, Pau Alsina, F. Sunyer y Capdevila, los hermanos Rubaudoneau, etc. El órgano de prensa del partido en Barcelona fue «El Comercio de Barcelona» (1864-66). Sin embargo, la nueva subida al poder de Narváez determinó una débil alianza con los progresistas (Prim) y tras el fracaso de la insurrección militar de junio de 1866, la firma del pacto de Ostende (agosto de 1866) y de Bruselas (junio de 1867) prepararon la revolución de 1868. Con el triunfo de ésta, la mayoría del partido se constituyó en partido Democrático Republicano Federal.

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