Catalanismo

Catalanismo en España en España

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Historia

Según la Enciclopedia Espasa:

«Empezó a manifestarse a principios del s. XIX como reacción al uniformismo cultural de la monarquía borbónica. A mediados del s. XIX, Mañé i Flaquer propugnó un regionalismo historicista, conservador y católico. Almirall fue el alma del movimiento catalanista, al que quiso dar un carácter laico y republicano. En 1882 fundó el Centre Català, en 1885 redactó el Memorial de agravios presentado a Alfonso XII, y al año siguiente publicó Lo catalanisme. En 1887 el Centre Català se escindió al separarse de él un grupo socialmente más conservador, que fundó la Lliga de Catalunya. A partir de estos años, Almirall quedó desplazado y la Lliga de Catalunya dirigió el movimiento catalanista. Nació la Unió Catalanista, cuya primera asamblea se celebró en Manresa, donde se aprobaron las bases de Manresa. En 1901 el Centre Nacional Català se fusionó con la Unió Regionalista para construir la Lliga Regionalista, cuyo programa abarcaba la transformación del estado, la lucha electoral contra el caciquismo de los viejos partidos monárquicos y la defensa de la autonomía de Cataluña dentro del Estado español. La Lliga acentuó su carácter socialmente conservador y tácitamente aceptó la monarquía, a causa de lo cual una minoría se separó de ella para fundar el Centre Nacionalista Republicà, en 1906. De estos años tenemos que destacar la constitución de la Mancomunitat de Catalunya, organismo supraprovincial que hacía diversos servicios comunes de las cuatro provincias catalanas y que era, de hecho, una institución de gobierno de Cataluña. La juventud de la Lliga se separó del partido para constituir Acció Catalana.

La Lliga perdió su hegemonía, ya que durante los años de la dictadura de Primo de Rivera fue la pequeña burguesía el exponente más decidido de las tendencias catalanistas. Durante este período surgieron Estat Català, la Unió de Rabassaires y Unió Socialista de Catalunya. Los partidos catalanistas participaron en las conspiraciones para derribar a Primo de Rivera, y representantes de algunos de ellos firmaron el pacto de San Sebastián, en 1930. En 1931 se constituyó Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), conglomerado de partidos republicano-catalanistas, dirigido por Macià y por Companys, que contó con el apoyo entusiástico de la clase media y de gran parte del proletariado. La Esquerra venció en las elecciones de abril de 1931 y fue artífice de la proclamación de la II República en Cataluña. Tras la Guerra Civil el franquismo suprimió todas las organizaciones catalanistas y prohibió el uso oficial del catalán. A lo largo de dos décadas, la expresión de la catalanidad se limitó a manifestaciones de núcleos religiosos, literarios, artísticos y de entidades deportivas. En la década de 1960 se inició un auténtico renacimiento cultural, que alcanzó su mayor trascendencia sociológica con el fenómeno de la nova cançó catalana. El Òmnium Cultural estableció una red de promoción cultural por toda Cataluña.

Diversos grupos políticos de la oposición crearon en 1969 una Coordinadora de Forces Polítiques de Catalunya, que dio lugar en 1971 a la Assemblea de Catalunya. En 1975 se organizó el Congrés de Cultura Catalana; a fines de 1975 se creó el Consell de Forces Polítiques de Catalunya, pero fue disuelto tras el referéndum de diciembre de 1976. En las elecciones de junio de 1977, el nacionalismo de la burguesía no consiguió imponerse a la combinación de reforma social y de nacionalismo que representaban socialistas y comunistas ligados a otros partidos estatales, mientras que el catalanismo histórico de Esquerra Republicana obtenía escasa resonancia y el nacionalismo independentista se excluía de los comicios. Tras la concesión de la preautonomía, en octubre de 1977, el tema de la enseñanza del catalán, de su utilización en los medios de comunicación y de su estatuto oficial tuvo amplia resonancia popular. Por su parte, los partidos catalanes se remodelarían a lo largo de 1978: reforzamiento del CDC, con la absorción de Esquerra Democràtica y el pacto electoral con la Unió Democrática; fusión de los diversos grupos socialistas (PSC-PSOE); fortalecimiento de Esquerra Republicana a base de una política populista; intento de constitución de un grupo nacionalista radical en torno al Partit Socialista d’Alliberament Nacional y al Bloc Català de Treballadors.

En agosto de 1978 se constituyó una comisión de parlamentarios para redactar el estatuto de Cataluña, que, tras ser aprobado por el Parlamento de Cataluña y las Cortes españolas, fue refrendado por el pueblo catalán en octubre de 1979. Posteriormente, se produjo una escisión entre los partidos del arco parlamentario, entre los que destacan la coalición Convergència i Unió, claramente vencedora en los comicios autonómicos desde 1980, y ERC, de tendencia independentista, y los grupos independentistas extraparlamentarios. Entre ambos surgió, en 1981, un fuerte movimiento ciudadano, la Crida en Defensa de la Cultura i la Llengua Catalana, catalizador del catalanismo espontáneo popular. Desde principios de la década de 1980 el catalanismo se dibujó como un cuadro complejo, donde conviven diferentes partidos e ideologías.»

Recursos

Véase También

  • Segunda República española
  • Abadal y Calderó, Ramón de (político y abogado español)
  • Francesc Macià (político español)Catalanismo
  • Enric Prat de la Riba (político español)
  • Josep Puig i Cadafalch (arquitecto, arqueólogo y político español)
  • Bartomeu Robert (médico y político español)

4 comentarios en «Catalanismo»

  1. lo que no se puede es distorsionar la historia. Es como si los gallegos reivindicásemos las guerras irmandiñas del siglo XV, en las que se vieron involucradas, la aristocracias gallega y castellana. No podemos basarnos en los reinos de taifas para dar énfasis a algo que algunos catalanes pretenden hoy, siglo XXI, es más honesto decir que ya están hartos de ser España, sin más explicaciones. Todo lo demás sobra.

    Haciendo un inciso.- Una vez terminada la guerra año 1939, el régimen franquista se dedicó a potenciar las industrias de Cataluña, Vascongadas y la minería de Asturias. Como es lógico, la afluencia de las zonas menos favorecidas hacia los lugares donde había trabajo, ocurrió en España, igual que los campesinos de Nevada y Montana se fueron hacia Detroit y Nueva York. Algunos catalanes echan de menos porque se lo contaron los abuelos, los tiempos en los que todos los catalanes hablaban catalán, como si la evolución algunos la considerasen una desgracia, cuando es todo lo contrario. Por cierto, gracias a los murcianos, Barcelona hoy tiene uno de los mejores metros de Europa. Y gracias a los andaluces los telares de Tarrasa y Sabadell, funcionaron durante un siglo, hoy desaparecidos por la poca visión de renovación y modernización de la industria autóctona catalana. Si no fuese por ese primer tejido industrial de los siglos XIX y XX, que dio paso a la ubicación de otras industrias llegadas del exterior, hoy Cataluña sería tan agrícola como Almería o Murcia. Esos trabajos hechos por la inmigración mayoritariamente sin cualificar, son los que permitieron que la elite sea autóctona, salvo muy contadas excepciones. Principalmente en lo que a cargos políticos y de relevancia se refieren. En esa cuestión Cataluña es endogámica totalmente. Todo lo contrario que Madrid, Tokio y Nueva York.

    Para mí, el comportamiento de los políticos nacionalistas catalanes, me parece de un egoísmo desmedido. Ellos se consideran legitimados para intervenir en las políticas de las demás comunidades, pero en la que hacen ellos que nadie se meta. Estoy hablando de que cualquier presupuesto que no va hacia Cataluña, es mirado con lupa desde la Generalidad, cosa que los demás no hacen cuando es al revés. En eso también son diferentes, pero no les honra. Conclusión.- El deseo de Independencia de algunos catalanes, es compartido por muchos ciudadanos que no vivimos en esa tierra. Creemos que más que una ayuda a la convivencia de los pueblos, son un lastre al que no nos oponemos a que decidan independizarse. Eso sí, asumiendo sus decisiones sin coste alguno para los demás. Seguro que la derecha española no comparte mi teoría, pero tampoco necesito su coincidencia.

    El problema, que lo tendrán y muy gordo, será entre los ciudadanos que viven en Cataluña. ¿Qué es lo que quieren ser en un futuro inmediato? Algunos saben que el hipotético divorcio con España no será ningún camino de rosas, a pesar de las arengas de los caciques de la Generalidad. Puede que algunas multinacionales ya no vean atractiva Cataluña, cuando Madrid, por decir una, les ofrece más estabilidad y un parque industrial más estable y con mayores ventajas. Podría decir también de Porriño, Logroño o Valladolid. Hoy, con unos parques industriales que nada tienen que envidiar a los de Martorell o Zona Franca de Barcelona.

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  2. Personalmente, animo a todos los catalanes que se sienten franceses, así lo manifiestan, votan y se esfuerzan para que ese lugar de Francia no pierda un ápice de su grandeur ( agárrame esa mosca por el rabo) en su catalanidad. También querría animar a todos los mallorquines que se sienten británicos para que algún día puedan recuperar un ápice del imperio en su insularidad, y a todos los napolitanos que se sienten catalanes ( y/o aragoneses) para que no olviden las joticas, y a todos los valencianos que se sienten catalanes y/o españoles para que en su existencia fallera, no pierdan un ápice del seny catalá y de la mala hostia española que les caracteriza.

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  3. Meter los prejuicios del nacionalismo catalán del siglo XXI en un moralista castellano del siglo XVI es un consuelo íntimo. Como el que procura la aparente paradoja de que la historiografía nacionalista suscriba con entusiasmo la vieja tesis central de los historiadores “visigóticos”: España es Castilla. Una visión superada, qué cosas, por Vicens Vives y, a efectos prácticos, por la Constitución del 78. El empeño en resucitar debates tan muertos acusa la impostura. Sólo desde ella se puede insistir en que España, una de las naciones más descentralizadas del mundo, tiene un Estado asfixiantemente centralista.

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  4. Estos fulanos que han descompuesto la judicatura degradándola hasta el nivel de servilismo más viscoso deberían aplaudir cuando un juez-jeta les insulta. Es lo coherente. No vamos a ser únicamente los ciudadanos quienes suframos a ese gremio de divas.

    Es curioso cómo se zafan de cualquier responsabilidad. La degradación de la justicia hasta convertirla en una mafia es responsabilidad suya. la degradación del sistema financiero dejando el 45% del sistema que eran las cajas en quiebra es suyo. El estrangulamiento de las libertades imponiendo la inmersión lingüística y al ingeniería social adosada es suya. El dominio informativo en manos de pirómanos etnicistas o demagogos taponando la concesión de licencias de radio y tv para privilegiar a sus periodistas lameculos, es suyo….etcétera etcétera….

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