Historia

Historia en España en España

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Historia

Para más información sobre Historia puede acudirse a la Enciclopedia jurídica general.

Concepto de Historia

El tratamiento que da el Diccionario Jurídico Elemental de Guillermo Cabanellas de Torres sobre Historia es el siguiente:

Narración fiel de los principales acontecimientos del pasado. | Conjunto de los hechos así expuestos, y obra en que se hace. | Relato de cualquier suceso. | Antecedentes de una persona o de un hecho. | Mentira, cuento, embuste, falsedad. | Aventura femenina. | DEL DERECHO. Exposición científica (verdadera, crítica y sistematizada) que estudia los fenómenos jurídicos en su evolución a través del tiempo, la formación y desarrollo de las instituciones jurídicas, en un pueblo determinado o de varios, comparándolas entre sí.

Historia general de España (Historia)

Historia general de España, obra del historiador y político español Modesto Lafuente, compuesta por 30 volúmenes aparecidos, en Madrid, a partir de 1850 y hasta 1859. El estudio, cuyo título completo es el de Historia general de España desde los tiempos más remotos hasta nuestros días, se detiene en el fallecimiento del rey Fernando VII (1833), componiendo un recorrido por el pasado político español hecho desde el análisis historiográfico liberal. El plan de la obra se reeditó en Barcelona —ya fallecido Lafuente—, desde 1877 hasta 1934, viéndose ampliado su contenido, de forma que la llegada de la II República (1931) marcaba el final de todo el trabajo publicado, el cual alcanzaba ahora la cifra de 28 volúmenes. Los autores de esta prolongación fueron Antonio Pirala, Andrés Borrego, Juan Valera, Gabriel Maura Gamazo y Melchor Fernández Almagro, fieles continuadores en el estilo y en la óptica del fundador de la Historia general.[1]

España: un enigma histórico (Historia)

España: un enigma histórico, obra del historiador español Claudio Sánchez Albornoz, publicada en Buenos Aires en 1957 y compuesta por dos volúmenes, escrita con el principal objeto de refutar las tesis que el filólogo y también historiador español Américo Castro había vertido en su trabajo La realidad histórica de España (revisión de un libro anterior titulado España en su historia), que había aparecido en México en 1954. En la síntesis erudita que supone España: un enigma histórico, Sánchez Albornoz replica las tesis de Castro, según las cuales la raíz de la cultura y la socioeconomía españolas, que habrían de conformarse en el nacimiento de la edad moderna (siglo XVI), se encuentra básicamente en los fundamentos aportados en la edad media por las comunidades judías y musulmanas. Por su parte, Sánchez Albornoz hizo especial hincapié en los elementos germánicos (e incluso romanos y, aun, iberos) como aspectos decisivos en la esencia de la modernidad española, todo ello dentro de una interpretación castellanista del devenir histórico hispano (según la cual, la Corona de Castilla fue el eje sobre el que giró el nacimiento de lo que habría de ser el Estado). Interpretación histórica de España, cuyo objeto fue así mismo mostrar los remotos orígenes de la Guerra Civil (1936-1939) que había obligado a ambos polemistas a exiliarse, España: un enigma histórico descansa sobre la visión del pasado hispano como un «drama de violenta pasión», en palabras de su propio autor.[2]

Historia de España de Menéndez Pidal (Historia)

Historia de España de Menéndez Pidal, obra colectiva publicada, desde 1935, bajo la dirección del filólogo e historiador español Ramón Menéndez Pidal y, a partir de 1975 (tras un breve paréntesis después del fallecimiento de éste, ocurrido en 1968), bajo la del también historiador español José María Jover Zamora.

Una vez completada su publicación, en 2004, quedó integrada por 42 tomos, muchos de ellos subdivididos en varios libros, dando como resultado un total de 65 volúmenes. Su recorrido sigue un criterio cronológico clásico, iniciándose en la prehistoria, continuando con la edad antigua, la edad media y la edad moderna, y culminando con la edad contemporánea. De este modo, supone un estricto y exhaustivo desarrollo de la historia de España, que comienza con el volumen titulado «España primitiva. La prehistoria» y encuentra su remate en «La transición a la democracia y la España de Juan Carlos I».

En tan dilatado plan historiográfico participaron alrededor de 400 especialistas en los distintos periodos y áreas del conocimiento histórico, de entre los cuales se podría destacar, entre otros, a los siguientes autores: los españoles Menéndez Pidal (que escribió los prólogos de varios de los primeros tomos publicados) y Jover Zamora, Julio Caro Baroja, Luis Suárez Fernández, Claudio Sánchez Albornoz, Miguel Ángel Ladero Quesada, Joan Reglá Campistol, Julio Valdeón Baruque, Manuel Fernández Álvarez, Martín de Riquer, Jaume Vicens Vives, Víctor García de la Concha, Antonio Domínguez Ortiz, Carlos Seco Serrano, Francisco Tomás y Valiente, Luis Antonio Ribot García, Demetrio Ramos, María del Carmen Iglesias, Fernando Chueca-Goitia, José Luis García Delgado, Miguel Artola, Manuel Pérez Ledesma, Juan Pablo Fusi, Manuel Tuñón de Lara, Javier Tusell, Pedro Laín Entralgo, Julián Marías, José Luis Abellán, Rafael Lapesa Melgar, Jon Juaristi, Manuel Alvar, Fernando García de Cortázar y Salvador Giner; los franceses Evariste Lévi-Provençal y Joseph Pérez; los británicos John H. Elliott, Henry Kamen, Raymond Carr y Paul Preston; y el estadounidense Stanley G. Payne. Tan distinguida relación de colaboradores es una prueba de la principal característica de la Historia de España: su interdisciplinariedad y variedad de enfoques historiográficos e, incluso, ideológicos, que la convierten en una publicación indispensable para el conocimiento del pasado de los territorios que conforman España.[3]

Historia de España de Pierre Vilar (Historia)

Historia de España de Pierre Vilar, obra del historiador francés Pierre Vilar, publicada en 1947 en París, con el título original de Histoire de l’Espagne. La primera edición en español de este singular e influyente trabajo divulgativo no apareció hasta que 31 años más tarde una editorial de Barcelona publicó una de las numerosas revisiones y actualizaciones llevada a cabo por Vilar, que contó con la traducción de, entre otros, el historiador español Manuel Tuñón de Lara. La razón de tan prolongado retraso de una edición española no fue otra que la censura ejercida por el franquismo durante su larga trayectoria, finalizada la cual, en un contexto muy diferente (el de la transición española a la democracia), desaparecidas las barreras públicas a la difusión de la cultura, tan alabada obra histórica pudo ver la luz, en 1978, en el país objeto de su breve pero fundamental estudio. El hispanista Pierre Vilar, que había conocido España durante los seis años que precedieron a su Guerra Civil, comenzó en 1940 a reflexionar sobre el pasado íntegro de dicho país. Cinco años más tarde recibió de una editorial parisina el encargo de escribir una historia de España en 125 páginas, labor que llevó a su fin en 1946, en la localidad segoviana de San Ildefonso. Escrito siguiendo la metodología marxista propia de su autor, el libro se convirtió en objeto de culto entre la oposición al gobierno del general Francisco Franco desde muy pronto. «Historia total» o, como Vilar dejó escrito en el prólogo a la primera edición en español, «historia razonada», son dos expresiones que han sido utilizadas para calificar esta pequeña síntesis del largo pasado español.[]

Consideraciones Jurídicas y/o Políticas

«Tal vez no encontremos en el mundo una nación que haya tenido menos oportunidad de decidir su propio destino que la española. En rigor, la Historia de España no la han hecho los españoles más que en mínima parte: la han hecho a menudo sucesos y accidentes en cuyo desencadenamiento no ha tenido mano el español y cuya trayectoria tampoco ha podido gobernar. Toda nación debe su personalidad a diversos elementos: físicos -el medio-, étnicos, históricos, etc. Pero la proporción en que cada uno de estos agentes participa en el proceso formativo de las sociedades humanas varía sobremanera. A unos pueblos les ha sido dable manifestarse en la Historia con absoluta fidelidad a su carácter, porque ningún accidente grave ha venido a perturbar el espontáneo desenvolvimiento de su existencia. Hay naciones, por el contrario, moldeadas en grado superlativo por la acción de la Historia. España es una de ellas. La Historia –relaciones internacionales, instituciones políticas, formas de cultura- puede ejercer sobre la suerte de una nación influjo tan hondo como el milieu y la psicología o idiosincrasia nacional.

El destino de la Península Hispánica parece estribar en servir de palestra a cuantas banderías, pueblos y civilizaciones tienen que dirimir una querella. En España se ha decidido sucesivamente -al menos en parte considerable- el destino de Roma, el futuro de la Cristiandad, la estructura política de Europa.

En España iniciFotorCreated2an cartagineses y romanos la segunda guerra púnica y se baten luego las facciones de las guerras civiles italianas. Sobre España descarga el Islam toda la energía de su expansión en Occidente. Concluida virtualmente la reconquista del territorio por los cristianos (siglo XIII), cuando España comienza a eliminar cuerpos extraños, Francia e Inglaterra extienden a la Península (siglo XIV) su guerra secular. En el siglo XVIII (Guerra de Sucesión) se dilucida en suelo español la hegemonía europea de las dos grandes casas reinantes en el continente. A principios del siglo XIX (Guerra Peninsular o de la Independencia) se vuelve a decidir en España, con el quebranto del poder napoleónico, el porvenir de España. En 1823, la Santa Alianza, vigía del absolutismo, sofoca en España la libertad con el envío de un ejército francés de ocupación. Por último, aún está viva la situación en que varias potencias contrarían una vez más, el libre juego de las fuerzas políticas españolas imponiendo a esta nación un linaje determinado de gobierno repudiada por ella.

Si bien se considera, sólo durante los siglos XVI y XVII deja de padecer España decisivas injerencias exteriores. Pero aunque ningún siniestro histórico no provocado por los españoles desvía en esos siglos el curso de la política peninsular, ésta viene determinada, quizás irrevocablemente, por un pasado que el español no pudo elegir».

Fuente: Ramos Oliveira, A.- Bernecker, W., Un drama histórico incomparable. España 1808-1939

Recursos

Notas y Referencias

  1. Información sobre historia de españa de pierre vilar de la Enciclopedia Encarta
  2. Información sobre historia de españa de menéndez pidal de la Enciclopedia Encarta
  3. Información sobre españa: un enigma histórico de la Enciclopedia Encarta
  4. Información sobre historia general de españa de la Enciclopedia Encarta

Bibliografía

AGUILERA BARCHET, B., Historia y derecho : manual de iniciación (I), Barcelona, 1994
CLAVERO, B., “La historia del derecho ante la historia social”, Historia. Instituciones. Documentos, I (1973), 239-261.
––––––, “Historia, ciencia, política del derecho”, Quaderni fiorentini per la storia del pensiero giuridico moderno, VIII (1979), 5-58.
GARCÍA GALLO, A., “Historia, derecho e historia del derecho”, A.H.D.E., XXIII (1953), 5-36.
GONZÁLEZ ALONSO, B., “Algunas consideraciones sobre la historia del derecho español”, Quaderni fiorentini per la storia del pensiero giuridico, X (1981), 361-382.
PESET, M. y PESET, J. L., “Vicens Vives y la historiografía del derecho en España”, Vorstudien zur Rechtshistorik, Frankfurt, 1977, 176-262.
PESET, M., “Historia de hechos, historia de ideas e historia de instituciones” en Homenaje a J. A. Maravall, Valencia, 1989.
TOMÁS Y VALIENTE, F., “Historia del derecho e historia”, Once ensayos sobre la historia, Madrid, 1976.
––––––, “La historiografía jurídica en la Europa continental (1900-1975)”, Historia, Instituciones, Documentos, V (1978), 1-37.
––––––, “Nuevas orientaciones de la historia del derecho en España”, Estudios sobre la historia de España. Homenaje a Tuñón de Lara, Madrid, 1981, II, 607-625.
––––––, “Escuelas e historiografía en la Historia del derecho español (1960-1985)”, Hispania entre derechos propios y derechos nacionales: atti dell’incontro di studio: Firenze-Lucca 25, 26, 27 maggio 1989, Milano, 1990, págs. 11-46.
TORRES SANZ, D., Historia del Derecho: bases para un concepto, Valladolid, 1986.

Otra Información en relación a Historia de España de Menéndez Pidal

Recursos

Notas y Referencias

Véase También

Otra Información en relación a Historia general de España

5 comentarios en «Historia»

  1. Es labor extraña en el mundo editorial hacer caso y prestar atención a la Historia, seria rigurosa, con mayúsculas, fuera de la realización de literatura divulgativa, de consumo rápido y más rápida digestión, al estilo César Vidal, personajes con la capacidad de alumbrar cada día o cada semana, según la posición de los astros, dos, tres o hasta cuatro estudios magníficos sobre cuestiones históricas de rabiosa actualidad o que quieren poner en tal tesitura. Ensayos amplios o novelas que se pretenden científicas, da lo mismo el envoltorio. Lo que se busca es atraer al lector, hacerlo consumidor voraz, crear y modelar sus gustos, para generar dependencia futura y adicción. Esta labor editorial para el gran público es acaso la más rentable por lo que de beneficio económico inmediato tiene, pero la Historia, más discreta, sutil, compleja, busca de otros trabajos más elaborados, obra de historiadores artesanos alejados de las fábricas, los copistas, los equipos de negros, y la popularidad inmediata. El éxito no siempre debe leerse en términos económicos. Una editorial que ha asumido esta labor de artesanía arriesgada ha sido Urgoiti. Y un nuevo acierto es éste el de la editorial Urgoiti en su intento por recuperar obras clásicas de nuestra más reciente historiografía, entendiendo por “nuestra” tanto la escrita por historiadores patrios, como la que viene conformada por la pléyade de hispanistas extranjeros que por motivos diversos que se han dedicado a temas de nuestra Historia.

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  2. Es labor extraña en el mundo editorial hacer caso y prestar atención a la Historia, seria rigurosa, con mayúsculas, fuera de la realización de literatura divulgativa, de consumo rápido y más rápida digestión, al estilo César Vidal, personajes con la capacidad de alumbrar cada día o cada semana, según la posición de los astros, dos, tres o hasta cuatro estudios magníficos sobre cuestiones históricas de rabiosa actualidad o que quieren poner en tal tesitura. Ensayos amplios o novelas que se pretenden científicas, da lo mismo el envoltorio. Lo que se busca es atraer al lector, hacerlo consumidor voraz, crear y modelar sus gustos, para generar dependencia futura y adicción. Esta labor editorial para el gran público es acaso la más rentable por lo que de beneficio económico inmediato tiene, pero la Historia, más discreta, sutil, compleja, busca de otros trabajos más elaborados, obra de historiadores artesanos alejados de las fábricas, los copistas, los equipos de negros, y la popularidad inmediata. El éxito no siempre debe leerse en términos económicos. Una editorial que ha asumido esta labor de artesanía arriesgada ha sido Urgoiti. Y un nuevo acierto es éste el de la editorial Urgoiti en su intento por recuperar obras clásicas de nuestra más reciente historiografía, entendiendo por “nuestra” tanto la escrita por historiadores patrios, como la que viene conformada por la pléyade de hispanistas extranjeros que por motivos diversos que se han dedicado a temas de nuestra Historia.

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  3. ¿Cómo ve a los historiadores y a la historiografía española? ¿Qué opina del actual debate sobre la memoria histórica en España?

    La mayoría de los historiadores españoles se ocupa de su propio país. Esto es normal y comprensible, y ocurre también en otros países. Pero al querer resaltar las peculiaridades de una historia nacional, es necesaria la visión comparativa. Solo sabiendo en qué aspectos el desarrollo histórico de un país es parecido a otro y en cuáles es diferente se puede reconocer la peculiaridad de un desarrollo específico. En este sector comparativo la historiografía española podría avanzar más, lo que exige, por otro lado, un buen conocimiento sobre los países con los que se van a realizar comparaciones, y para eso hay que adentrarse en la investigación histórica de sus respectivos pasados, conocer sus lenguas y culturas, vivir allí durante algún tiempo, etc. Por toda una serie de motivos, la historiografía española ha estado, hasta hace algún tiempo, muy encapsulada. Carece de suficiente internacionalización. Pero poco a poco las cosas están cambiando, y la generación nueva de historiadores jóvenes se parece cada vez más a sus pares en los demás países europeos.

    Por otro lado hay que decir que los grandes debates teórico-metodológicos, que en cierta manera condicionan el debate histórico internacional, surgen y se desarrollan fuera de España, y solo después de haber sido asimilados por la comunidad internacional de historiadores, pasan a ser asumidos por la historiografía española. Esta es más bien receptiva a nivel teórico o conceptual (con alguna excepción, como en el caso de la historia de los nacionalismos), y no tanto innovadora. Esto se desprende de la más bien modesta presencia de historiadores españoles en los debates internacionales, de los que surgen ideas o paradigmas originales que modulan el debate histórico global.

    En cuanto al debate sobre la memoria histórica en España –un debate importante y necesario–, resulta pertinente una comparación entre el caso alemán y el español, porque comparando los dos casos se perciben mejor las especificidades de cada caso. En esta cuestión, Alemania y España muestran más diferencias que similitudes. En primer lugar hay que resaltar que las guerras y las dictaduras que se conmemoran fueron completamente diferentes: en el caso español se trata de una guerra civil y de una longeva dictadura como resultado de esa misma guerra; en el caso alemán se trata de una guerra de agresión alemana frente a otros estados y de un régimen totalitario que al principio de la guerra ya estaba, y desde hacía años, firmemente establecido (había llegado al poder de forma por lo menos “semilegal”).

    En ambos casos, si bien de manera harto diferente, pasó mucho tiempo hasta que eclosionó una investigación rigurosa sobre sendas guerras y sus regímenes correspondientes. En el caso alemán pasarían unos veinte años hasta que empezó dicha investigación. En el caso español, durante unos treinta y cinco años –es decir, durante toda la dictadura franquista– no hubo ocasión de llevar a cabo un debate abierto, y después de la muerte de Franco pasarían aproximadamente otros veinte años hasta que el país se ocupó rigurosa y sistemáticamente del tema. Las causas de esta nueva demora hay que buscarlas en el carácter civil de la guerra española y en el rechazo mutuo al reproche cruzado en una situación políticamente muy sensible, como fue la transición de la dictadura a la democracia, una época en la que encarar directamente el pasado violento habría conmovido demasiado a la sociedad española (poniendo en peligro además el éxito del proceso transitorio). Para ambos casos, tanto el alemán como el español, es válido decir que aparentemente se necesita que pase toda una generación para poder discutir abiertamente –tanto en el ámbito político como en el de la sociedad en general– los traumáticos temas de la guerra y la represión.

    Para conseguir una visión de conjunto sobre los procesos de la memoria histórica en España y Alemania hay que tener en cuenta, además del factor de excepcionalidad de ambos hechos, las diferentes situaciones iniciales de ambos supuestos. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, Alemania vivió una profunda catarsis impuesta por los vencedores, así como el surgimiento de una nueva identidad nacional, mientras que España vivió cuarenta años de dictadura en la que la verdad oficial careció de fisuras.

    Tras la muerte del dictador, cuando parecía llegado el momento de recuperar la memoria histórica, el debate sobre la Guerra Civil fue aplazado, por lo menos en la política (no en la historiografía y la cultura escrita), para no comprometer el objetivo principal de una transición pacífica a un régimen democrático. Sin embargo, desde hace aproximadamente unos veinte años, las exhumaciones de fosas comunes, el sinnúmero de foros y debates públicos, la centralidad de actos y publicaciones sobre el tema de la memoria histórica parecen sugerir que ha llegado el momento para completar el debate ya iniciado entre historiadores y escritores.

    Lo que distingue el caso español del resto de las dictaduras europeas, a la hora de recuperar la memoria histórica de la Guerra Civil y la represión franquista, es el hecho de que no fue una recuperación inmediata, sino que se fue abriendo paso –de forma más bien fragmentaria–, teniendo que esperar al final de la propia dictadura, de la Transición y de un cuarto de siglo ya democrático para manifestarse masivamente. El hecho diferencial español, en referencia al conjunto de Europa, es que la memoria no comenzó a desarrollarse hasta que la transición española no se había convertido en un objeto histórico de estudio e investigación. Fue en ese momento cuando se produjo la auténtica ruptura del consenso sobre la memoria social. Mientras que, en términos generales, el centro izquierda apostó por una estrategia de reconciliación, como una vuelta a la democracia destruida en 1936, el centro derecha intentó hacer tabula rasa con el pasado condenando la República y justificando el “alzamiento” de 1936. En esta postura no cabía ningún tipo de condena de la dictadura ni de la represión del franquismo.

    El pasado, por definición, nunca es selectivo, porque las experiencias siempre conforman una totalidad que nos condiciona. Solo el abandono de la tentación de construir una memoria selectiva, sesgada, permite vivir con “normalidad”. Dicho de otra manera: no puede haber normalidad en Alemania sin el recuerdo activo de los años 1933-1945, sin el reconocimiento de los crímenes cometidos y sin la asunción de culpabilidad; y no puede haber normalidad en España sin el recuerdo activo de los años 1936-1939, sin el reconocimiento de los crímenes cometidos en la guerra (por ambos lados) y por los detentadores del poder después de 1939, y sin haber aclarado definitivamente el paradero, todavía desconocido, de las decenas de miles de asesinados. Como el Holocausto en Alemania, la Guerra Civil española y la dictadura franquista forman un pasado que no acaba de pasar, que ha producido y dejado heridas que aún están muy presentes en nuestras sociedades.

    En este contexto se puede decir, reasumiendo las reflexiones presentadas más arriba, que los retos de futuro de la historiografía española residen en llegar a tomar parte desde un principio en debates teórico-metodológicos, comparativos y conceptuales, y no solo aplicar las nuevas tendencias y los nuevos enfoques al caso español. Con respecto al tema de la memoria histórica, aparte de seguir investigando el concreto caso español, son necesarios estudios comparativos con otros casos, pues este tipo de comparaciones ayuda a entender mejor el caso singular español. Pese a los grandes progresos en las últimas décadas en cuanto a la “apertura” de la historiografía española, la plena integración en el mundo de la historiografía global todavía no se ha logrado del todo.

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  4. ¿Cree que los historiadores españoles han alcanzado un nivel equiparable a la historiografía internacional?

    Indudablemente, la historiografía española ha hecho avances espectaculares a lo largo de las últimas tres o cuatro décadas. Por lo general (con alguna lamentable restricción) el acceso a los archivos equivale a estándares internacionales, la formación de los historiadores profesionales es buena, la calidad de la producción (de esta “transición historiográfica”) comparable a la de otras naciones. Debido a la tardía integración de España en el círculo de la historiografía rigurosa y profesional –en el fondo, solo después de la muerte de Franco– existen (como se ha expuesto más arriba) algunas lagunas teórico-metodológicas y en el sector comparativo, pero también aquí la situación está cambiando en sentido positivo. Ahora bien: los grandes debates se siguen realizando entre Europa Occidental/Central y los Estados Unidos, donde los profesionales tienen una tradición más larga de trabajo específico y mayores medios materiales. Por cierto: las restricciones presupuestarias en España no auguran que las condiciones-marco para una investigación de excelencia, ante todo sobre temas no-españoles, mejoren a corto plazo. Muy al contrario: los duros recortes en investigación promovidos por los gobiernos (central y autonómicos) desde el estallido de la crisis en 2008 no solo han impedido una muy necesaria renovación de las plantillas docentes e investigadoras, sino que además toda una generación de historiadores muy bien formada y crecientemente competitiva a nivel internacional, se ha enfrentado a la precariedad.

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  5. ¿Cree que los historiadores españoles han alcanzado un nivel equiparable a la historiografía internacional?

    Indudablemente, la historiografía española ha hecho avances espectaculares a lo largo de las últimas tres o cuatro décadas. Por lo general (con alguna lamentable restricción) el acceso a los archivos equivale a estándares internacionales, la formación de los historiadores profesionales es buena, la calidad de la producción (de esta “transición historiográfica”) comparable a la de otras naciones. Debido a la tardía integración de España en el círculo de la historiografía rigurosa y profesional –en el fondo, solo después de la muerte de Franco– existen (como se ha expuesto más arriba) algunas lagunas teórico-metodológicas y en el sector comparativo, pero también aquí la situación está cambiando en sentido positivo. Ahora bien: los grandes debates se siguen realizando entre Europa Occidental/Central y los Estados Unidos, donde los profesionales tienen una tradición más larga de trabajo específico y mayores medios materiales. Por cierto: las restricciones presupuestarias en España no auguran que las condiciones-marco para una investigación de excelencia, ante todo sobre temas no-españoles, mejoren a corto plazo. Muy al contrario: los duros recortes en investigación promovidos por los gobiernos (central y autonómicos) desde el estallido de la crisis en 2008 no solo han impedido una muy necesaria renovación de las plantillas docentes e investigadoras, sino que además toda una generación de historiadores muy bien formada y crecientemente competitiva a nivel internacional, se ha enfrentado a la precariedad.

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