Lengua de Andalucía

Lengua de Andalucía en España

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Lengua de Andalucía en Relación a Cultura

En este contexto, a efectos históricos puede ser de interés lo siguiente: [1] Características. Para hablar de Andalucía desde el punto de vista lingüístico, lo primero que debe plantearse es el concepto mismo de dialecto (véase en esta plataforma: DIALECTOLOGíA). Podría entenderse por dialecto un «sistema de signos desgajado de una lengua común viva o desaparecida; normalmente, con una concreta localización geográfica, pero sin una fuerte diferenciación frente a otros de origen común» y también «ciertas estructuras lingüísticas simultáneas a otras, que no alcanzan la categoría de lengua» (M. Alvar). Si se acepta lo dicho, no podrá ponerse en duda que el andaluz sea un dialecto, aunque viva la lengua de que ha nacido (el castellano) ni que lo sean también el leonés o el aragonés, aunque la lengua madre -el latín- haya desaparecido. Puede objetarse que existen distintas modalidades lingüísticas dentro de la región que no deberían ser englobadas bajo la denominación genérica de dialecto. Pero si bien es cierto que existe una multicolor variedad (sobre todo fonética) no lo es menos que se da una serie de rasgos comunes (ceceo, seseo, yeísmo). El andaluz, en conjunto, se aparta del castellano en sus estructuras fonético-fonemáticas, morfosintácticas y, en menor grado, léxicas. Cualquiera de sus rasgos puede aparecer en otros dialectos o hablas hispánicos; su especial personalidad radica en el conjunto de características que en él se dan reunidas. Pero no alcanza la categoría de lengua porque para ello le falta un¡formación, nivelación, estar fuertemente diferenciado, ser vehículo de una importante literatura, etc. Es, pues, un dialecto del castellano. Para comprender su especial fisonomía deben tenerse muy presentes las circunstancias que dieron lugar a su nacimiento: Andalucía fue reconquistada y repoblada cuando el castellano estaba ya formado como lengua. La repoblación se hizo a base, principalmente, de castellanos, aunque en ciertas zonas interviniesen leoneses o aragoneses (y más tarde gallegos e incluso extranjeros), pero siempre bajo la impronta castellana, que constituyó el elemento predominante. Los musulmanes fueron deportados y el elemento mozárabe se dispersó o fue completamente asimilado. La base lingüística de la Andalucía actual es el castellano llevado por los conquistadores y repobladores entre los siglo Xiii y xvr, al cual se sumaron elementos occidentales y orientales en el oeste y este de la región, respectivamente; también quedaron en escasa proporción, y generalmente muy localizados, algunos elementos precastellanos.
Las fronteras del dialecto andaluz no han sido aún suficientemente definidas ni sólidamente establecidas. Los investigadores del Atlas Lingüístico de la Península Ibérica trazaron los límites del dialecto atendiendo principalmente a un rasgo fonético: la peculiaridad de la s andaluza. La frontera así trazada no corresponde exactamente a la político-administrativa: en el oeste, la coincidencia es notable, aunque queda fuera el ángulo noroeste de la provincia de Huelva; en el centro, toda la sierra de Córdoba queda fuera también, y lo mismo ocurre con el nordeste de las provincias de Jaén, Granada y Almería. Se hace preciso comprobar la exactitud de estos límites desde otros puntos de vista, aunque, en principio, pueden aceptarse sin grandes inconvenientes.
Fonética. El comportamiento vocálico del andaluz constituye el rasgo más importante y significativo del fonetismo peninsular. Frente al neto timbre vocálico del castellano -una de sus características relevantes, como se sabe-, el andaluz presenta un sistema mucho más complejo; tanto, que ha dado lugar a interpretaciones muy diversas por parte de los especialistas (E. Alarcos, N. Tomás, M. Alvar, G. Salvador). Se trata de un sistema vocálico de acusada personalidad, al cual se ha llegado como consecuencia de la pérdida de -s final, marca de pluralidad. Perdido este signo distintivo, para marcar de nuevo la oposición singular/plural el andaluz oriental enfrenta una vocal cerrada o media (singular) a una vocal abierta (plural); pero no quedan ahí las cosas: ocurre que, en este intento de diferenciación, la vocal cerrada se cierra aún más y la abierta aumenta su grado de aberura, originando al mismo tiempo una correlación de cierre y abertura, en cada caso, que afecta a todas las vocales de la palabra (metafonía) especialmente si éstas son de la misma serie. Como característica general del vocalismo andaluz se señala un alargamiento muy marcado de las vocales tónicas.
En el consonantismo, uno de los rasgos más acusados es la aspiración de f- inicial latina, que se practica en toda Andalucía occidental y que, de forma más o menos esporádica, alcanza a la oriental; es un fenómeno arcaizante en fase de desaparición. Dicha aspiración casi se identifica fonéticamente con la pronunciación andaluza de j, que se realiza también como aspiración más o menos fuerte. Muy característicos del dialecto son los fenómenos de seseo y ceceo, consistentes en la confusión de s y z en cualquier posición, aunque existen dentro de la propia Andalucía zonas diferenciadoras. El seseo se da principalmente en el centro de las provincias de Huelva y Sevilla, en casi toda la de Córdoba, desde donde penetra en la de Jaén, y en puntos aislados del norte de Málaga y oeste de Granada; el ceceo se extiende por todo el sur de A., desde Portugal hasta Almería (sur de Huelva y Sevilla, todo Cádiz, sur de Málaga, sudoeste de Granada y puntos aislados del sur de Almería). La distinción se practica con regularidad en una tercera parte de Andalucía (la más septentrional, coincidiendo con las tierras altas y montañosas). Pero Andalucía Llorente, infatigable encuestador por tierras andaluzas, señala que en toda el área del ceceo y en zonas limítrofes diferenciadoras existe una gran anarquía fonética, consecuencia de una igualación fonológica de s y z, que ha dado como resultado un archifonema con cuatro diferentes realizaciones. Desde el punto de vista histórico, los fenómenos a que nos referimos no son más que el resultado final de un proceso de reducción de fonemas iniciado hace siglos en castellano. En Andalucía debió desarrollarse entre fines del siglo Xv y a lo largo del xvi, apareciendo ya plenamente consolidado a principios del xvii. Parece que el foco de irradiación fue la ciudad de Sevilla, y su expansión por Andalucía estuvo relacionada con la creciente importancia de la capital, la dificultad de comunicación con Castilla y la proximidad de la frontera musulmana (R. Lapesa).
En la misma línea de innovación revolucionaria del dialecto tiene gran importancia la transformación de 11 en y (yeísmo), que no es privativo del andaluz, pero que en Andalucía ocupa el área más extensa y homogénea dentro de la Península. A pesar de ello, y frente a la general creencia de una Andalucía absolutamente yeísta, N. Tomás y sus colaboradores pudieron ya señalar puntos o zonas de conservación de 11. Posteriormente, los investigadores del Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA) han confirmado y ampliado los datos referentes a dicha conservación: la 11 se conserva en 25 de los 230 puntos encuestador, agrupados en seis núcleos: frontera de Portugal, orilla derecha del Guadalquivir en la provincia de Sevilla, Sierra Morena onubense-sevillana, nudo montañoso gaditano-malagueño, campiña sevillana y tierras del nordeste jiennense, granadino y almeriense; y en un punto totalmente aislado: Mairena, en la Alpujarra oriental. Históricamente, el yeísmo es muy reciente (debió comenzar en Andalucía a mediados del siglo Xvrri). Muy generalizada está la neutralización de -r y -1 en posición implosiva. Se trata de una nueva reducción de fonemas que actualiza en el dialecto una ley fonológica del castellano: el relajamiento de toda consonante final de sílaba; en nuestro caso, tal relajación conduce a la áparición de un archifonema con distintas realizaciones fonéticas. [rbts name=»cultura»]

Recursos

Notas y Referencias

  1. Basado parcialmente en el concepto y descripción sobre lengua de andalucía en la Enciclopedia Rialp (f. autorizada), Editorial Rialp, 1991, Madrid

Véase También

Bibliografía

Andalucía ZA.AIORA, Dialectología española, 2 ed. Madrid 1967, 257-339; D. ALONSO y oTRos, Vocales andaluzas. Contribución al estudio de la fonología peninsular, «Nueva Rey. de Filología Hispánica» IV (1950) 209-230; Andalucía LLORENTE 11IALDONADO, Fonética y fonología andaluzas, «Rey. de Filología Española» XLV (1962) 227-240; M. ALVAR, Las hablas meridionales de España y su interés para la Lingüística comparada, «Rey. de Filología española» XXXIX (1955) 254-313; Andalucía M. ESPINOSA y RODRfGUEZ-CASTELLANO, La frontera del andaluz, «Rey. de Filología Española» XX (1933) 225-277; 61. ALVAR, Las encuestas del Atlas lingüístico de Andalucía, «Rey. de Dialectología y Tradiciones Populares» XI (1955) 231-247; fD, Estructura del léxico andaluz, «Bol. de Filología de la Universidad de Chile» XVI (1964) 5-12; íD, Portuguesismos en andaluz, «Weltoffene Romanistik. Festschrift Alwin Kuhn», Innsbruck 1963, 309-324; Andalucía ALCALÁ VENCESLADA, Vocabulario andaluz, Madrid 1951; M. ALVAR y Andalucía LLORENTE MALDONADO, Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía, Granada 1961; G. SALVADOR, El campo semántico ‘arar’ en Andalucía, «Archivum» XV (1965).

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