Preso Político

Preso Político en España en España

[rtbs name=»derecho-home»] No existe una definición universalmente aceptada para los presos políticos. Sin embargo, un preso político generalmente se define como una persona que está encarcelada por sus actividades políticas, particularmente aquellos que se oponen o critican al gobierno de sus países. El diccionario collins dice que un preso político es alguien que ha sido encarcelado por criticar o estar en desacuerdo con su propio gobierno. Un prisionero politico en britanica es alguien encarcelado por mantener, expresar o actuar de acuerdo con creencias políticas particulares.

En octubre de 2012, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) se convirtió en la primera organización intergubernamental importante en aprobar criterios concretos para lo que define a un preso político. De acuerdo con las pautas de PACE, una persona es un preso político si cumple con alguno de los siguientes criterios:

  • La detención viola las garantías básicas del Convenio Europeo de Derechos Humanos, en particular la libertad de pensamiento, conciencia y religión; libertad de expresión (véase; y también libertad de creación de medios de comunicación, libertad de comunicación, libertad de información, libertad de cátedra y la Convención sobre el Derecho Internacional de Rectificación, adoptada en Nueva York el 31 de marzo de 1953) e información; y la libertad de reunión y asociación.
  • La detención se impone por razones puramente políticas.
  • La duración o las condiciones de detención son desproporcionadas a la ofensa.
  • Él o ella está detenido de manera discriminatoria en comparación con otras personas.
    La detención es el resultado de procedimientos judiciales que son claramente injustos y están relacionados con los motivos políticos de las autoridades.

Identificación de un preso político

De acuerdo con las pautas de PACE de 2012, los relatores de cada país para PACE pueden hacer recomendaciones sobre quiénes deberían ser formalmente declarados presos políticos.

Amnistía Internacional también usa el término «preso político» para describir a cualquier prisionero cuyo caso tenga un elemento político, ya sea en la motivación del acto del prisionero, el acto en sí mismo o la motivación de las autoridades en su respuesta.

Sin embargo, Amnistía no hace campaña activa por la liberación de los presos políticos como lo hace con una segunda categoría, más estrechamente definida, la de los presos de conciencia. (Ver más abajo) Utiliza «preso político» solo para definir a los presos para quienes exige un juicio justo y rápido.

La mayoría de las veces, las organizaciones internacionales de derechos humanos y los organismos intergubernamentales como la Cruz Roja Internacional, las Naciones Unidas y la Unión Europea aceptarán recomendaciones de grupos de derechos locales de confianza que operan en el país de interés en cuanto a quién constituye un preso político.

Algunas organizaciones internacionales evitan por completo la designación de «preso político» como insuficientemente objetiva. Human Rights Watch, por ejemplo, prefiere en la mayoría de los casos utilizar el término alternativo «defensor de los derechos humanos» en sus campañas.

Muy raramente, un país individual invocará su propia designación de «preso político», aunque la integridad de tales anuncios es dudosa. Por ejemplo, el parlamento recién elegido en Georgia este mes liberó a 190 prisioneros que, según dijo, habían sido encarcelados por pretextos políticos por el gobierno anterior. La medida fue vista ampliamente como un gesto de recuperación política en lugar de una amnistía legítima.

Incluso en países que rechazan la existencia de presos políticos, existe una clara discrepancia entre los delincuentes comunes y las personas encarceladas por delitos que se consideran políticos. Las amnistías de prisión rara vez se extienden a los presos que se cree que han sido encarcelados por delitos políticos.

Diferencias entre un preso político y un preso de conciencia

Según Amnistía Internacional, los presos de conciencia se encuentran dentro de la designación de «preso político», pero están definidos de manera más rígida.

Los presos de conciencia son aquellos que han sido encarcelados o se les ha restringido su libertad debido a sus creencias políticas o religiosas, origen étnico, género, raza, idioma, situación económica, orientación sexual u otra condición.

Las personas que han usado o defendido la violencia, incluso en defensa de sus creencias, no pueden ser etiquetados como presos de conciencia. (En algunos casos, el uso de la violencia no impide que algunos presos reciban una designación de presos políticos, aunque este es un tema controvertido y divisivo).

Amnistía exige que todos los presos de conciencia sean liberados de forma inmediata e incondicional. Desde su fundación en 1961, ha trabajado en más de 44,000 casos y ha resuelto con éxito 40,000 de ellos.

Entre los actuales presos de conciencia de Amnistía se encuentran los ex ejecutivos petroleros de Yukos, Mikhail Khodorkovsky y Platon Lebedev; Maria Alyokhina y Nadezhda Tolokonnikova, miembros de Russian Pussy Riot; El cineasta iraní Jafar Panahi; El blogger azerbaiyano Cabbar Savalan; y los defensores de los derechos humanos uzbekos Alisher Karamatov y Azam Farmonov.

6 comentarios en «Preso Político»

  1. ¡Qué vergüenza que en España, fuera de Catalunya, nadie salga a la calle a protestar por los presos políticos inde­pendentistas! Es casi ya en sí motivo­ suficiente para justificar que Catalunya se independice, y lo digo yo, que soy la persona menos comprometida con una bandera que conozco y a la que la declaración de independencia catalana de hace un año le pareció la ridiculez más grande que ha visto en la vida, con la posible excepción de la elección de Donald Trump.

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  2. ¡qué vergüenza más grande que los propios catalanes casi no hayan abierto la boca, o ­salido a la calle, en defensa del preso político catalán que más tiempo ha estado en la cárcel sin juicio o, como ­reza el eufemismo ju­dicial, en prisión preventiva! ¿Alguien tiene alguna idea de quién hablo? Me refiero a Sandro Rosell. ¿Se acuerdan? ¿El presidente del FC Barcelona entre el 2010 y el 2014?

    Ah, ¿hay gente ahí que se ofende cuando digo que estas personas son presos políticos o presas políticas? Pues que chillen todo lo que quieran. No hay ninguna otra forma honesta de describir hoy a Rosell, o por otro lado a los nueve individuos a los que los jueces y juezas han metido en la cárcel sin juicio –repitámoslo, ¡sin juicio!– acusados de rebelión y sedición y quién ­sabe qué estupideces más cuando ni ellos, ni uno solo de sus seguidores, ha matado o ha herido a nadie, o ha utilizado un arma, o siquiera ha tirado una piedra ­contra ninguna persona; cuando de lo que son cul­pables es nada más que de lo que son culpables la mitad o más de los políticos democráticamente electos del mundo, es decir, de imprudencia o de ineptitud o de grosera irresponsabilidad.

    Oigo a alguien que me dice, o me grita indignadísimo, ¿y Sandro Rosell? ¿Cómo coño el expresidente del Barça ­entra en su lista de presos políticos también?

    Porque hoy en día nadie me ha sugerido una mejor definición. Lo que le han hecho a Rosell es otra prueba más de que, por su desmesurada respuesta a la comedia política catalana, la justicia se ha convertido en la institución más subversiva de la joven democracia espa­ñola.

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  3. Rosell está hoy en la cárcel porque fue presidente del FC Barcelona, porque el FC Barcelona es “més que un club”, porque es la expresión más visible y más ruidosa de la identidad catalana que tanto aborrece buena parte del resto del gran pueblo español por quién sabe qué colección de complejitos acumulados u ofensas imaginadas, o reales, a lo largo de los años y los siglos. No me digan que si hubiera sido un expresidente del Real Madrid, o un exministro de Economía del Gobierno español, o un miembro por matrimonio de la familia real es­pañola le hubieran dado el mismo trato.

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  4. A Rosell le acusan de fraude y lavado de dinero, cosas bastante normales en el amoral mundo del fútbol profesional. Lo cual no implica que yo diga que Rosell sea otro amoral más. No tengo ni idea. Que salga la verdad durante y después de un juicio, si eso es posible con los jueces que España tiene hoy.

    La imputación se centra en la venta por una empresa que tenía Rosell de los derechos de televisión de los partidos de la selección brasileña de fútbol. Esto fue hace 12 años y el organismo supuestamente perjudicado no reside en España, sino en Brasil. Se trata de la Fede­ración Brasileña de Fútbol. Pero resulta que la Federación Brasileña de Fútbol no ha acusado a Rosell de nada, más bien le da las gracias por haberle con­seguido unos gustosos beneficios. La ley brasileña no le busca por ningún ­delito.

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  5. Lo peor es lo que la justicia española le ha hecho a un colaborador de Rosell llamado Joan Besolí, acusado de haberle ayudado a lavar dinero. Besolí lleva el mismo tiempo que Rosell en la cárcel. También sin juicio. Dos días después de que lo ingresaran en prisión los médicos informaron al hijo de 18 años de Besolí que se quedaba parapléjico como consecuencia de un accidente laboral. La justicia española no sólo les ha negado a los dos la opción de ser liberados bajo fianza, no ha permitido a Besolí la opción de salir a visitar a su hijo siquiera una mañana, o una hora, o un minuto ni en el hospital, ni en casa, ni en ningún lugar que no sea la cárcel.

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  6. Lo que les han hecho a Sandro Rosell y a Joan Besolí no tiene precedentes legales ni de cerca en la ­España democrática en un caso de ­delito financiero. Lo que les han hecho a los nueve independentistas encarcelados es también una atrocidad judicial. Ambos casos sólo permiten una con­clusión. Hasta que ­alguien me convenza de lo contrario, entenderé que sólo en España de toda Europa occidental sigue habiendo hoy –43 años después de la muerte de Franco– presos polí­ticos.

    Ah, y en cuanto a la juez que impuso la prisión preventiva a Sandro Rosell y a Joan Besolí, la recompensaron en julio con una promoción al Tribunal Supremo. Felicidades.

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